Sochi está lejos y el viaje de casi tres semanas de un periodista es un gasto importante en tiempos de crisis. El segundo motivo es estratégico. Los deportes de invierno tienen un interés relativo entre la audiencia española, y por extensión estos Juegos Olímpicos no son una prioridad informativa. Pese a que el país cuenta con alrededor de dos millones de esquiadores aficionados, según cifras de la propia federación nacional, apenas tres mil de ellos tienen licencia. Es decir, que en España se conciben los deportes de invierno desde una perspectiva más recreativa que competitiva. La escasez de representantes nacionales destacados o con opciones reales de podio tampoco contribuye al interés en el evento. Hace veintidós años que España no consigue una medalla en unos JJOO de invierno.
La cadena estatal (RTVE) es la encargada de la retransmisión televisiva, que incluye hasta ocho señales simultáneas por la web, más una cobertura casi las veinticuatro horas del día desde su canal Teledeporte. Sin embargo, las narraciones se hacen desde Madrid para ahorrar costes. Eso sí, la cadena ha buscado para la ocasión a expertos en casi cada deporte olímpico de invierno para dar nivel a los comentarios a la vez que ejercer una labor didáctica. RTVE sólo ha enviado a un redactor a Sochi, Paco Grande, con la misión de recabar declaraciones y elaborar las piezas para los informativos. De prensa escrita, únicamente El País (@airibar), El Mundo (@olallac) y la agencia EFE (@AdrianRHuber) tienen periodistas destacados en Sochi. Otros periódicos importantes como La Vanguardia, ABC o Correo están cubriendo el evento desde la redacción central. La situación se repite con radios y televisiones. Por comparar, a los Juegos de Londres de hace dos años acudieron cerca de cien periodistas españoles.
En cuanto al carácter de la cobertura de los medios, en las semanas previas al inicio de los JJOO, a rebufo de los anglosajones y germanos, se centró en aspectos políticos, prestando atención al sobrecoste de construcción de las obras de Sochi y, especialmente, a las protestas por la ley rusa contra la propaganda homosexual. Pero una vez iniciada la competición se ha dejado en general la política al margen para centrarse en el evento deportivo propiamente dicho. Estos días la prensa española se hace eco del papel de los representantes nacionales y de historias curiosas alrededor de los JJOO, como la del patinador filipino que hipotecó su casa para poder viajar a Sochi o la polémica por el top lessde la esquiadora libanesa. Una muestra de que, pese a las limitaciones para enviar periodistas acreditados, los medios españoles conceden importancia a estos Juegos es que sus ediciones digitales tienen desde hace ya un par de semanas espacios fijos en sus portadas sobre el tema, sino directamente secciones especiales. Y el público responde con interés a los JJOO de Sochi, aunque sea de forma intermitente. Las principales esperanzas españolas de medalla, por ejemplo, Carolina Ruiz, Queralt Castellet o Javier Fernández, fueron en los días de sus respectivas competiciones trending topic nacional en la red social Twitter durante varias horas. Al igual que la palabra Sochi durante la ceremonia de apertura. Lo que significa que, al menos durante unas horas, en España se habló y bastante de los Juegos Olímpicos.
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