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viernes, 28 de febrero de 2014

ESPAÑA: LA CRISIS FINANCIERA PROVOCA ENVEJECIMIENTO EN LOS ESTUDIANTES


La crisis financiera en España causa un “envejecimiento” de los estudiantes



La crisis financiera en España causa un “envejecimiento” de los estudiantes

La crisis financiera del 2008 aceleró el envejecimiento de los universitarios en España. Los estudiantes de una carrera de más de treinta años, que vuelven o llegan por primera vez a la universidad, han crecido casi un 20 %.

La imagen de un estudiante joven que acaba de cumplir veinte años es cada vez más obsoleta en España. Según los últimos estudios del Ministerio de Enseñanza, la crisis financiera ha creado un nuevo tipo de universitario: tiene más de treinta años, cuenta con una extensa experiencia laboral, y viene a la clase para ampliar sus perspectivas de encontrar empleo en futuro.
La crisis financiera del 2008 aceleró el envejecimiento de los alumnos españoles. Los estudiantes de una carrera de más de treinta años, que vuelven o llegan por primera vez a la universidad, han crecido casi un 20 %. Les empuja tanto la falta de oportunidades laborales, como la idea de que con una o dos carreras tendrán más posibilidades de encontrar trabajo en los países desarrollados.
En España actualmente hay más de un millón y medio de titulados superiores que están en paro. Y muchos de ellos tratan de encontrar trabajo en el extranjero. El número de españoles con carrera universitaria que emigran del país a causa de la crisis económica se ha quintuplicado en los últimos siete años, según un estudio de la Unión General de Trabajadores.
Semejante situación afecta a más de sesenta mil jóvenes españoles que abandonaron su país natal en el 2012 a causa de la crisis económica. Ese fenómeno se conoce en España como Generación JESP (jóvenes emigrantes sobradamente preparados). Y sin duda se trata de la generación más formada de la historia contemporánea del país.
De un total de casi un millón y medio de estudiantes matriculados en un grado en el curso 2012-2013, un 17 % tiene más de treinta años. Se trata de unos 250.000 alumnos, según los datos del Ministerio de Educación.
El diario nacional El País cuenta en un artículo publicado esta semana el caso de Daniel Rodríguez, de treinta y un años, un licenciado en Derecho que acaba de empezar a estudiar Psicología. Trabaja como administrativo en una empresa de transporte en Valladolid y tiene un contrato fijo. “Pero tal y como está la cosa, con la inestabilidad que hay, ves las orejas al lobo y piensas que tienes que seguir formándote por si acaso”, explica. Al terminar Psicología quiere montar algo por su cuenta. El universitario maduro confía que si su trabajo actual se adecuara a su nivel de estudios no habría vuelto a coger los libros. “Si me sintiera realizado en mi puesto actual seguramente no estaría estudiando de nuevo”, reconoce.
La formación a distancia es la opción mayoritaria de los estudiantes maduros. Muchos de ellos tienen que compaginar la carrera con un trabajo u ocupaciones familiares. El fenómeno del envejecimiento de los estudiantes que es conocido tanto en España como en Europa desde mediados de los noventa, ha obtenido un nuevo impulso por la crisis. “En un momento con alto nivel de desempleo, la formación diferencia más a la hora de acceder a un trabajo o conservarlo”, opina Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.
Diferenciarse es precisamente lo que llevó a Patricia Carlavilla, de treinta y siete años, a empezar a estudiar Derecho. Licenciada en Pedagogía, trabaja con menores en conflicto y es orientadora interina en institutos de Castilla-La Mancha. “Este curso cubro una vacante de un año, pero normalmente hago sustituciones, así que tengo tiempo. Pensé en mejorar mi currículo y ofrecer algo más”, confiesa. Su decisión también está relacionada con su inestabilidad laboral. “Cada año decido en qué me matriculo en función de si tengo contrato de trabajo. Si no tengo, dispongo de más tiempo para estudiar pero, por contra, tengo menos dinero para la matrícula”, explica.
Sin embargo, la fortísima subida de tasas de hace dos cursos, que supera el 60 % en comunidades como Madrid y Cataluña, puede alterar la tendencia al envejecimiento de los universitarios españoles. El perfil mayoritario del alumno maduro es el que proviene de las clases sociales más débiles, que busca una segunda oportunidad en los estudios. “Cabe sospechar que el encarecimiento de las carreras va a acabar expulsando a ese colectivo”, explica a El País Antonio Ariño, catedrático de Sociología de la Universidad de Valencia.

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