La directora de Sanciones de la CNMV dimite en pleno caso Bankia
La directora del Servicio de lo Contencioso y Régimen Sancionador de la CNMV, Cristina Vidal, ha presentado su dimisión a Elvira Rodríguez y abandonará en los próximos días el organismo supervisor. La baja coincide con un momento crítico para la Comisión de Valores, que todavía no ha resuelto los expedientes abiertos a finales de mayo pasado con motivo de la última ampliación de capital de Bankia. La presidenta anticipó a finales de julio que no le temblaría el pulso para aplicar “sanciones como Dios manda”, pero ahora resulta que la encargada de identificar las presuntas infracciones no termina de encontrar una base jurídica para ajustar cuentas.
La salida de Cristina Vidal viene a sumarse a la de otros altos directivos que formaron el núcleo duro de la CNMV en la etapa de Julio Segura bajo el paraguas del Gobierno socialista de Zapatero. De hecho, la ejecutiva dimisionaria fue promovida al cargo que ahora deja vacante por Alfonso Cárcamo, antiguo secretario del consejo y director general del Servicio Jurídico, que hace un año cambió también de aires para integrarse con la misma función en el organigrama del FROB, que preside Fernando Restoy.
La responsable de la política sancionadora perdió su principal soporte en la CNMV pero, más allá de amedrentarse ante la nueva situación, se creció ante la adversidad y emprendió una batalla sorda con su colega y compañera de fatigas Sol Bourgón, una veterana de la casa muy bien conectada en ámbitos del PSOE y que actualmente desempeña el cargo de directora de la asesoría jurídica. Ambas tenían serias aspiraciones de sustituir a Cárcamo, pero Elvira Rodríguez decidió que ni la una ni la otra, y prefirió designar a una persona de su entera confianza.
Fue así como Fabio Pascua, letrado en Cortes y antiguo colaborador de Elvira Rodríguez en la Asamblea de Madrid, se convirtió en primer espada del equipo jurídico de la CNMV y jefe directo de Cristina Vidal. La llegada del nuevo secretario del consejo representó un mazazo para la directiva saliente, que ha estado un año meditando tranquilamente su dimisión. La tensión interna no ha estallado antes gracias a la paciencia de Elvira Rodríguez, aunque, al final, la presidenta del organismo regulador ha ‘ayudado’ también a Cristina Vidal a resolver una situación especialmente incómoda colocando el necesario puente de plata, de manera que pueda abandonar la casa sin hacer demasiado ruido.
El momento del finiquito no es el más oportuno dadas las asignaturas pendientes que tiene la CNMV en materia sancionadora, pero la presidenta ha debido entender que más vale tarde que nunca. En realidad, la actitud de Cristina Vidal ha resultado estos últimos meses bastante contradictoria con la política más beligerante que el organismo regulador quiere llevar a cabo en sus relaciones con los emisores. Los casos de las participaciones preferentes, Bankia o Pescanova han dejado una herida abierta en la ya de por sí controvertida imagen de la CNMV, y Elvira Rodríguez no está dispuesta a quedarse con la cicatriz para siempre.
El desplome de Bankia en bolsa
La presidenta de la Comisión de Valores tuvo que superar hace unos meses la resistencia del equipo jurídico para meter en vereda al antiguo presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, y ahora se enfrenta a una situación parecida en el caso de Bankia. Las célebres operaciones al descubierto, el llamado short selling, que desplomaron la acción en los días previos al canje de las participaciones preferentes, se han convertido en una ‘patata caliente’ para el organismo regulador.
Entre el 16 y el 30 de mayo se colocaron en el mercado 11.000 millones de títulos de la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri. Las operaciones se efectuaron con acciones de una ampliación de capital que todavía no estaban en circulación, dentro de una práctica que podría resultar irregular, sobre todo en la primera semana de las dos que duró la hecatombe. Baste recordar que la cotización de Bankia cayó en aquellos días un 85% en bolsa.
Cristina Vidal no ha encontrado base jurídica para satisfacer las intenciones que insinuó Elvira Rodríguez cuando dejó ver que las operaciones al descubierto realizadas con las acciones de Bankia podrían ser sancionadas “como Dios manda”. La CNMV se encuentra ahora en una difícil tesitura, máxime después de que la Fiscalía Anticorrupción haya afeado la conducta de otro regulador, en este caso el Banco de España, por su inacción en el proceso de control sobre el banco fusionado y su salida a bolsa.
La política sancionadora de la Comisión de Valores durante la gestión de Cristina Vidal es calificada de muy errática por algunos operadores del mercado. En algunos momentos, las actuaciones se han demostrado especialmente laxas, como fue el caso de Nueva Rumasa, un escándalo en toda regla que se saldó con una estafa superior a los 500 millones de euros. El regulador se situó entonces claramente de perfil y dejó que el emisor lanzara sus célebres pagarés.
En el lado opuesto y como ejemplo de un cierto exceso de celo figura la multa impuesta al Grupo Santander por cobros indebidos de comisiones relativos a varios fondos de inversión garantizados entre 2003 y 2007. Vidal aplicó una sanción de 14 millones de euros a la entidad de Emilio Botín, en lo que representó el castigo más importante impuesto a una gestora registrada en la CNMV.
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