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martes, 11 de junio de 2013

YA ES DEMASIADO TARDE.........PARA SER PESIMISTAS



Es fácil quejarse y ver el apocalipsis a la vuelta de la esquina. Es sencillo encontrar indicadores de que el mundo está empeorando. No cuesta nada ser pesimista. Sin embargo, el mundo ha cambiado, y en cada espacio de destrucción hay vida que surge para crear y compartir vida. Ya es demasiado tarde para ser pesimistas.

Por J. Cristóbal Juffe V.
La desesperanza, la rabia y la desilusión son adictivas. Fácilmente nos acostumbramos a ver todo lo negativo del mundo. Me encanta quejarme, hablar mal de los políticos, de los sistemas de “libre mercado”, de la venta del mundo, de la destrucción infrenable. Es mi tema de conversación favorito. Pero ha llegado un punto en que no puedo seguir haciéndome el tonto, en que los cambios comienzan a plasmarse frente a mi nariz, y no es un grupo, no son cientos, no son ni siquiera miles. Son millones de personas. Somos millones de personas que estamos dando el salto.

Porque ya es demasiado tarde para creer que el egoísmo es parte de la naturaleza humana; porque he visto a cientos de personas, a lo largo del mundo, creando redes de economía solidaria y comercio responsable, mostrándonos que no solo somos consumidores o vendedores, sino que hay puntos intermedios, más allá de un producto con un precio y un código de barras, en que podemos ver que todo consumo es un intercambio, un trueque humano, y que cada cosa que compro tiene un origen, una forma de producción -justa o injusta-, una manera de obtener los recursos -sustentable o devastadora-, y una emoción que lo sostiene -la del egoísmo de obtener el máximo beneficio o la del amor del compartir-. Haciéndonos ver que la economía no es una cosa de números, sino un sistema humano y que será tan malo o tan bello como queramos.

 1 y 2

Es demasiado tarde para pensar que el crecimiento personal es un lujo de las clases acomodadas que no tienen que luchar por su supervivencia, porque he visto pruebas concretas que contradicen a Maslow y su teoría de la pirámide (que afirma justamente que primero hay que resolver las necesidades materiales y luego las espirituales) con actividades masivas, para personas de todas las condiciones económicas y sociales, en las que se ha confiado en la naturaleza de la bondad humana y en su capacidad de crecer. He visto a personas haciendo temazcales incluso en cárceles. ¿Pondrían ustedes a un grupo de reclusos -supuestamente “peligrosos”- semidesnudos en un espacio reducido y oscuro? Hay bellas personas que si lo han hecho y obviamente los resultados han sido maravillosos.
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Es demasiado tarde para creer que nuestro uso del petróleo acabará con nosotros, porque he visto comunidades en transición “de la dependencia del petróleo a la resiliencia local” (ver recuadro), a lo largo de todo el mundo, incluso en Chile, buscando formas alternativas y propias de convivir vinculándonos con nuestro entorno, con las personas que nos rodean, con la naturaleza de nuestra zona; en el fondo, con nuestra biosfera, para dejar de depender de los combustibles fósiles que deben cruzar medio mundo para hacer funcionar nuestras máquinas hechas a miles de kilómetros. He visto a los seres humanos perder el miedo al otro para construir lazos sinérgicos. 
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Comunidades en transiciónUn nombre pegajoso para gran parte de la humanidad. Lamentablemente, en Chile la palabra “transición” tiene una carga política que no tiene ninguna relación con este bello movimiento.
Las comunidades en transición son la representación de una idea popularizada por el ambientalista Rob Hopkins que simplemente busca que diferentes comunidades generen resiliencia, ya que la dependencia de los combustibles fósiles genera una alta vulnerabilidad en nuestras economías locales. Así, cada ciudad, pueblo o villa busca las soluciones para hacer más eficiente su funcionamiento, dejando paulatinamente de depender del petróleo, a la vez que van fortaleciendo sus lazos y generando estilos de vida de mejor calidad, viviendo mejor con menos cosas.

El dolor ajeno

Es demasiado tarde para pensar que estamos cegados por nuestros propios problemas, porque he visto a ciudadanos, comunes y corrientes, creando iniciativas para juntar dinero ayudando a los que sufren y mueren por enfermedades perfectamente curables en África. He visto a médicos sin fronteras entregar todo su amor en curar al prójimo y asimismo he visto iniciativas como “pastillas contra el dolor ajeno” transformarse en uno de los productos más vendidos en España, con un único fin: recolectar dinero para curar el dolor de otros, que ni siquiera conozco. 
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Es demasiado tarde para pensar que los desastres nucleares destruirán el planeta -ya sea la temida bomba o el mal manejo de las plantas nucleares- porque he visto que los seres humanos pueden amar tanto como para dar su vida para salvar a la mayoría. Al igual que podemos admirar esa capacidad de sacrificio en las hormigas, los humanos también estamos a la altura, y ya se hizo con el desastre de Chernóbil y ahora, 200 ancianos japoneses se ofrecen para limpiar Fukushima. Con esa fuerza y actitud, no hay quien nos detenga como humanidad.
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Es demasiado tarde para tratar a nuestro entorno como un simple recurso o como un conjunto de elementos explotables para nuestra satisfacción económica, porque he visto movimientos, como la ecología profunda (ver recuadro), que nos hacen volver a ver las cosas en su lugar, tomando al ser humano como un elemento más dentro de este maravilloso universo, mostrándonos cómo podemos convivir en armonía, en paz y equilibrio con nosotros mismos y con todo el mundo que nos rodea, en palabras de Krishnamurti: “Yo soy la sociedad, yo he creado ese monstruo; si usted, yo y todos los que escuchan ponemos nuestra casa en orden: habremos creado una nueva sociedad”. 7
Es demasiado tarde para creer que las máquinas nos deshumanizarán, porque he visto como Internet ha sido creado y ha crecido en la solidaridad, en cotidianos gestos de bondad que la hacen posible 8, y he visto organizaciones humanas a lo largo del planeta, como Avaaz, preocupadas y movilizándose por los problemas de todos, mostrándonos que la dictadura en Zimbabue, por ejemplo, también es nuestro problema, que nada humano nos es ajeno. 9
Ecología profundaLa eco-logía, a diferencia de la eco-nomía, estudia la relación y la interdependencia de los elementos al interior de los sistemas, tomando como referencia principal nuestro sistema madre: La Tierra. A partir de esto, el movimiento por la ecología profunda busca el equilibrio, planteando que los seres humanos debemos retomar nuestro rol de “un actor más” dentro de la biosfera, dejando de lado el histórico rol de “protagonistas del universo”.
Desde esta base, la ecología profunda defiende los derechos de los animales, de los vegetales e incluso de los minerales, no desde la perspectiva de recursos que deben ser cuidados para las generaciones siguientes, sino como componentes de la biosfera que tienen derechos a la existencia al igual que los seres humanos.
Es demasiado tarde para creer que la calle es un lugar de peligros y que debería encerrarme en mi casa detrás de todas las rejas y candados posibles, porque he visto a hombres y mujeres ofreciendo abrazos gratis en las calles, con el único objetivo de volvernos a ver como humanos, como personas, dando abrazos amistosos, apretados y tiernos, porque no estamos solos. 10

Vínculos significativos

Ya pasó el tiempo de creer que las ciudades devorarán a este mundo, porque he visto eco aldeas, comunidades de permacultura, donde la vida no consiste en un ciclo de trabajo – consumo – trabajo, ya que se han establecido vínculos significativos entre las personas, la tierra, los vegetales y los animales, preocupándose de no generar desechos, de que todo se puede utilizar, de que no somos seres carentes, sino que al contrario, contamos con todo lo necesario para vivir. 11
He visto grupos humanos marchando, recogiendo basura y juntándose a hacer algo tan inútil pero imprescindible como abrazar árboles, como ejemplo de una convivencia entre humanos y biosfera basada en el amor. 12
No puedo seguir pensando que compañías como Monsanto terminarán dominando toda nuestra comida, porque he visto a los seres humanos luchando por su derecho a autonomía alimentaria, conservando las semillas, exigiendo sus derechos, cuidando su alimentación. 13
Es demasiado tarde para sentir que las empresas se adueñarán de todos los recursos, incluidos el agua y el aire, porque he visto cómo ciudadanos organizados pueden recuperar sus derechos esenciales, y cómo en nuestro propio país hay una bella lucha en curso, en que las personas salen a la calle y protestan contra la explotación de nuestras aguas. 14
Ya pasó el tiempo de creer que la educación es solo un negocio y que se da de forma vertical, porque he visto a universidades aliándose para educar en el desarrollo sustentable, de forma gratuita y desinteresada, provocando la unión de cientos de estudiantes, de todas las edades y orígenes, para generar proyectos humanamente sustentables en nuestras ciudades. 15

Por un futuro mejor

Es muy tarde para creer que las guerras nos destruirán, porque he visto países que pueden vivir sin fuerzas armadas y que han usado ese dinero para conservar su biodiversidad. 


16 He visto a jóvenes realizando una contra-parada militar, de carnaval y payasos, para mostrar lo ridícula y morbosa que es esa multimillonaria exhibición anual de armamento. 

17
Es demasiado tarde para asumir que la apatía nos domina, porque he visto las calles llenas, en muchas partes del mundo y sobre todo en mi país, de mujeres y hombres que se mueven por algo que va más allá de sus propios intereses, que se movilizan por un futuro mejor, un futuro más equitativo, más digno, con derechos para todos, donde todos puedan comer, donde cada persona pueda acceder a los avances que la humanidad ha hecho para mejorar y mantener nuestra salud y calidad de vida, donde todos puedan tener una educación de calidad, donde en el fondo, todos podamos cuidar esos intereses que son de todos.

Es demasiado tarde para ser pesimista, porque cotidianamente la realidad me despierta, como un balde de agua fría, como un impulso por mi espina dorsal, diciéndome que ya no somos una humanidad encerrada en sí misma, que somos una humanidad que por fin está dando el paso, el gran paso, a la integración, al amor, a la unidad.

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