Realmente, tanto Corvino como Vlad tenía a los turcos a las puertas y, lógicamente, eran los más interesados en que prosperase la propuesta; así que, se aliaron y recibieron del Papa 40.000 ducados para reunir un ejército que detuviese a los turcos. Sintiéndose fuerte, Vlad decide no pagar el tributo exigido por el sultán Mehmed II (10.000 ducados y 500 muchachos para su ejército de jenízaros) como muestra de vasallaje. El Sultán no puede consentir aquel desprecio y ordena asesinarlo. Para ello, el general turco Hazma Bey solicita reunirse con el príncipe de Valaquia para tratar los términos de un nuevo acuerdo. Vlad, sabiendo que era una trampa, acepta la propuesta y prepara a sus hombres para tenderles una emboscada. Captura a la delegación turca y, siguiendo un riguroso orden, los empala dependiendo de su rango: los de más alta graduación militar en estacas más altas. Ahora que es él quien controla la situación, y sin encomendarse al Papa ni a su aliado, decide seguir adelante. El grueso del ejército turco esperaba al otro lado del Danubio la orden de atacar cuando el príncipe hubiese sido asesinado, pero son sorprendidos en medio de la noche por las tropas de Vlad… y derrotados. El resultado de las correrías de Vlad al otro lado del Danubio fueron más de 20.000 hombres empalados en un bosque de estacas.
En palabras de Nicolás de Modrussa, legado del Papa…
Él mató a algunos rompiéndolos bajo las ruedas de los carros, otros fueron despojados de sus ropas y desollados vivos, otros insertados en estacas y colocados sobre brasas al rojo vivo, la mayoría empalados con estacas que entraban por el ano atravesaban sus entrañas y salían por la boca…
Y el Papa, ¿qué opinaba de este bosque? Pues supongo que tendría que decir que era una masacre pero, por otro lado, Vlad ayudó a mantener a raya a los otomanos y consideraría que el bosque de empalados era un arma psicológica contra los infieles.
Fuente: “De lo humano y lo divino”
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