Cultura compró por 60.000 euros el archivo personal de un alto cargo del ministerio
El pasado 8 de mayo Simón Marchán Fiz firmaba la venta al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de su archivo personal, por valor de 60.000 euros (sin IVA). El historiador es el presidente del organismo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que aprobó la compra de dicha documentación, que se compone de varias cajas con apuntes, revistas, cintas magnetofónicas, carteles, folletos, libros y fotografías que el especialista emérito ha ido recopilando a lo largo de su vida. El alcance de los documentos reside en la relación establecida entre artistas e historiador, en los setenta y ochenta.
Simón Marchán Fiz aclara a este periódico que sopesó el hecho de presentar su dimisión como presidente de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, cargo que ocupa desde que el BOE lo hizo público el 19 de octubre de 2007, nombrado por el entonces director general de Bellas Artes, José Jiménez (a las órdenes deCésar Antonio Molina durante su ministerio). Ha superado tres gabinetes distintos y dos gobiernos. El Catedrático de Estética y Teoría de las Artes de la UNED explica a El Confidencial que no se sentía tranquilo con la decisión y planteó al director general de Bellas Artes, Jesús Prieto, su dimisión.
Sin embargo, Prieto rechazó esa opción y, de hecho, unos meses después, en la renovación de los cargos de la Junta, lo ratificó en su cargo como presidente del organismo. La explicación del gabinete de comunicación de la Secretaría de Estado de Cultura: “Marchán consultó con Prieto la pertinencia de la dimisión, pero con la Ley de Procedimiento Administrativo en la mano, no es necesario. El artículo 28 señala que lo que debe hacer es abstenerse”. Con ausentarse dejó de incurrir en incompatibilidad legal.
Simón Marchán Fiz durante una conferencia en la Fundación Juan March.
Elegancia, estética y ética
El beneficiado confirma esta versión, le aseguraron que legalmente no hay contradicción en que el presidente del organismo que aprueba las compras de arte decida comprar con dinero público el archivo de su presidente para enviarlo a un museo. “No me he comprado el archivo a mí mismo. Ese día no asistí a la Junta. No quise estar presente en una cuestión que me afectaba. Me dijeron que no era incompatible”, declara.
Algunos vocales que formaron parte aquel día de la decisión, y que prefieren no dejar reflejado su nombre, afirman que les pareció una postura “muy poco elegante”. Señalan la integridad del profesor, pero en su opinión debería haber dimitido antes de que se ejecutara la compra. Entre los vocales hay varios miembros del Museo Reina Sofía, como el propio director Manuel Borja-Villel. Además, aseguran que no están de acuerdo con la compra de archivos, porque “son materiales que viven para documentar la historia y si comerciamos con ellos, estamos comerciando con la Historia misma”. Todavía retumban los 700.000 euros desembolsados por Cultura en la compra del archivo Centelles.
“La propuesta parte del Museo Reina Sofía y la Junta dictamina la aprobación”, apunta el profesor para aclarar que la iniciativa de venta no parte de él. “La cantidad de lo entregado es superior al precio por el que se ha tasado. Son cerca de 3.000 documentos de la época. Mi archivo se desdobla, además, en material de obra gráfica. No se puede considerar únicamente archivo, aunque se ha hecho así por comodidad”, dijo. Curiosamente, el catedrático reconoce: “No sabía lo que tenía” –a pesar de que según cuenta el museo se interesó por el archivo– hasta que revisó y catalogó los documentos que iba a entregar durante más de un año.
Sobre todo, catálogos
En la valoración que hace el departamento de colecciones del Museo Reina Sofía, a la que ha tenido acceso este periódico, se puede leer que “se trata de un material heterogéneo, en su mayoría enviado por los artistas a Simón Marchán de forma contemporánea al momento en que este fue producido”. “El grueso está formado por catálogos de la época”, además de cartas al historiador, textos de artista mecanografiados, proyectos de obras, documentos vinculados al Ciclo de Nuevos Comportamientos (en Madrid y Barcelona, de febrero a marzo de 1974), además de lo mencionado anteriormente.
“El conjunto posee carácter documental de archivo, cuyo valor reside tanto en la importancia como fuente para la investigación de los llamados nuevos comportamientos artísticos, como un valor expositivo”, para mostrar y documentar en vitrinas las “prácticas no objetuales y propositivas”, realizadas por más de 30 artistas. Curiosamente, de todos ellos sólo Antoni Muntadasha tenido retrospectiva en el Museo Reina Sofía. El informe también aclara que dentro del lote hay material duplicado en el museo.
En la valoración del precio, el Museo Reina Sofía especifica que el conjunto del presidente del organismo, que decide, entre otras funciones, la compra de obra para museos como el Reina Sofía, “es muy valioso”, aunque no se le puede poner precio, porque su valor es “histórico”, no “de mercado”. “Cualquier tasación del museo estaría dando un valor de mercado ficticio”. Y asume que la operación de “tasación global de este archivo sea difícil de cuantificar hoy”.
Precio a doble
Entonces, ¿cómo se concluye pagar 60.000 euros al presidente por sus papeles? Por un lado, han valorado los materiales del extranjero (Argentina, Francia, Alemania, Italia) y por otro “se ha sumado un valor económico razonable”. Es decir, “traducible al valor histórico”. El resultado es, según el informe del museo, “una cifra que supone algo más del doble de todo lo tasado y adquirido por un archivo español de estas características con destino al Centro de Documentación de este museo”. Este periódico no ha podido saber quién ha sido el responsable de la tasación, a pesar de que en un museo no existe la figura del tasador.
Marchán Fiz dona, al tiempo de la venta, esta obra gráfica de Vostell yAlberto Corazón. Esta operación también permitiría al beneficiario evitar el pago de impuestos directos por la compra, gracias a la desgravación por donación de bienes de patrimonio histórico que prevé la ley. El conjunto de Corazón está formado por 192 ítems, con serigrafías, carteles y publicaciones. De Wolf Vostell, 99 ítems, de obras y diseños (carteles, dibujos, serigrafías, pruebas de artista, vídeos, catálogos, invitaciones, folletos, postales) del padre del happening en Europa. El museo ha valorado la donación en 17.850 euros.
En el mismo informe se especifica, con fecha de febrero, que rechazan otra propuesta más de adquisición de litografías y dibujos de Vostell, Alfonso Albacete, Carlos Alcolea, Equipo Crónica y Orcajo. “Dada la debilidad presupuestaria del Museo en estos momentos, se considera necesario dirigir los esfuerzos económicos a la adquisición de obras que supongan una prioridad para la colección”.
También rechaza el museo la donación de 18.500 diapositivas “utilizadas durante la actividad como docente”, “muchas de ellas son fotografías tomadas por él mismo en sus viajes”; archivo de imágenes digitales en la línea del anterior; la biblioteca de unos 17.000 volúmenes sobre arte, estética y literatura, “la mayoría” ya están en el centro y “las abultadas dimensiones del fondo implicarían un esfuerzo humano de registro y catalogación difícil de asumir por este museo”; postales y láminas de obras de arte; varias colecciones de DVD y VHS.
“Valoración a la baja”
El 24 de mayo el Museo Reina Sofía recibe la documentación. En la catalogación se observa que también se incluyen litografías, dibujos, fotografías y serigrafías, obras originales que en la estimación crítica del conjunto para determinar el precio no aparecían especificados. Son obras deJordi Benito, Ferrán García Sevilla y Josefina Miralles, que se expusieron en el Centro de Arte Santa Mónica de Barcelona, en 1992.
“La valoración ha sido a la baja”, asegura Marchán Fiz. “Yo no quería llegar a una valoración alta. Es muy difícil valorar esto, porque hay cerca de 14 obras originales que son únicas, que están enmarcadas porque estuvieron en Santa Mónica. Son importantes porque ya se han expuesto. No trataba de hacer ningún negocio con ello, era una labor de reunión de la documentación. Pero por obra de técnica similar se ha pagado bastante más. Sólo el archivo, sin contar con la obra, ya superaría el precio que me retribuyen”, explica por teléfono el presidente de la Junta a este periódico.
El catedrático de la UNED explica que su archivo es importante porque ha desempeñado un papel importante en la cultura española. “No ha sido un tráfico de influencias. ¿Tú trabajarías gratis? Si a mí me ha costado dinero organizar y reunir este archivo y lo he pagado yo, no creo que sea nada anómalo. Lo ha hecho muchísima gente”, dice Marchán Fiz, que también asume que su caso es único por la responsabilidad que desempeña en la Secretaría de Estado de Cultura, que dirige José María Lassalle.
“No estoy a sueldo del Ministerio. Tengo una pequeña dieta por mi papel en la Junta, pero no es un sueldo. Digo yo que el trabajo intelectual debe tener alguna retribución”, aunque declinó especificar a cuánto asciende la cantidad que recibe por su papel en la Junta. “No soy un asalariado, ni me beneficio de sueldos como funcionario. No tengo ninguna obligación de regalar, estaba legitimado para vender y el nuevo director tiene una política de adquirir archivos de este tipo”, cuenta el profesor en referencia al proyecto que en el Museo se denomina Archivo de archivos.
Casualmente, Marchán Fiz formó parte del comité de cinco expertos que seleccionó bajo el Código de Buenas Prácticas a Manuel Borja-Villel como director del Museo Reina Sofía, en el año 2008.
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