Cinco consejos para adjudicar concursos públicos a dedo sin violar la ley
¿Eres un político al margen de moral relajada? ¿No te convence eso de hacer concursos públicos? ¿Tienes amigos empresarios (a los que ahora llamas emprendedores) deseosos de llevarse tus contratos pero temes a esos jueces que pueden descubrir el pastel? ¿A veces (sólo a veces) tienes remordimiento de conciencia? ¿Sabes que tus trapicheos están mal, pero te da alergia la ley y toda la burocracia que conlleva?
Pues no seas mentecato, hombre. Actualmente, la propia ley te proporciona una serie de mecanismos para poder ser corrupto de acuerdo a las normas y sin que tu conciencia te moleste siquiera un segundo. Te ofrezco cinco prácticos consejos que deberás seguir la próxima que quieras adjudicar un contrato a dedo:
1.- Convoca el concurso público dándole una difusión muy discreta, la que marque estrictamente la ley (documentos oficiales y poco más). En cuanto a la cantidad de dinero que recibirá la empresa adjudicataria por la ejecución del contrato, no te pases mucho, fija un importe bajo. Con esto, de entrada, reducirás la lista de candidatos a un contrato que no parece ser un gran negocio. No obstante, con toda probabilidad habrá varios aspirantes.
2.- Seguro que, más o menos, sabrás a qué tipo de empresas les puede interesar el contrato que ofreces, ¿verdad? Haz lo siguiente: habla con ellas antes de que formalicen su solicitud y hazles saber directamente que no van a ganar. Esa adjudicación ya tiene dueño (tu empresario amigo, al que ahora llamas emprendedor); si se lo dices a sus rivales alto y claro desde el principio, lo más seguro es que ni se presenten, para no perder el tiempo.
Si este paso sale bien, los trámites del concurso finalizarán mucho antes de lo previsto y tu empresa amiga podrá firmar el contrato antes de dos semanas.
Viñeta cortesía del ilustrador Fito Vázquez (humorfitovazquez.blogspot.com)
3.- No obstante, pese a los avisos de amaño, es probable que haya alguna empresa que esté empeñada en participar en el concurso aunque sepa que no lo va a ganar. Si eso sucede, establece un pliego de condiciones imposible y al que casi nadie pueda acceder. Una buena forma de hacer esto es fijar una (costosa) cuota o aval que tendrán que abonar todas las empresas sólo por concursar, con independencia de si ganan o no. Eso hará que algunos rivales se retiren, ya que no querrán gastarse el dinero en un concurso que saben que van a perder.
¿Sigue habiendo empresas interesadas en presentarse pese al pago de la cuota? No te preocupes: vuelve a acudir al pliego de condiciones. En él, desarrolla unos requisitos lo suficientemente explícitos para que sólo los cumpla tu empresario amigo. Un ejemplo: si tu amigo lleva poco tiempo en esto, explica en el pliego de condiciones que tu institución busca ayudar a las empresas emergentes, con lo que la compañía adjudicataria no podrá tener más de tres años de vida.
Si, por el contrario, lleva toda la vida en esto, explica en el pliego que la adjudicación es de vital importancia para tu institución, con lo que sólo se pueden presentar compañías con más de diez años de experiencia. Si el contrato es puramente urbanístico y la empresa de tu amigo lo más que ha hecho es amueblar un colegio, aclara en el pliego de condiciones que el proyecto de tu contrato está enmarcado dentro de un proyecto de desarrollo integral, con lo que se valorará positivamente a las empresas que también hayan trabajado en sectores como la educación.
4.- A estas alturas de vida, y si has hecho todo bien, el concurso público ya sólo tendrá como potencial aspirante a tu empresario amigo. Pues bien, dile que tampoco se presente. Sí, has leído bien. Dile que él tampoco se presente. El concurso, por tanto, no tendrá ningún aspirante a la adjudicación.
5.- Una vez que el concurso público se haya declarado desierto, ya puedes cargártelo sin problemas. La ley establece que si un concurso público no tiene candidatos, la institución adjudicataria puede eliminarlo y conceder el proyecto mediante procedimiento negociado. Es ahora cuando, con total libertad, puedes sentarte tranquilamente con tu empresario amigo y ofrecerle la adjudicación. En el nuevo contrato negociado, no te olvides de modificar el presupuesto que estipulaba el contrato público inicial y multiplicarlo por dos.
Fin. Para volver a empezar, vuelve al punto número 1.
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