Bankia entra hasta la cocina de un hipotecado
Un técnico supuestamente contratado por la entidad entró en la casa de un cliente sin su consentimiento y sin que el banco sea todavía propietario del inmueble.
Cuando oyó abrirse la puerta de su casa mientras daba de comer a su hija de ocho años en el comedor, lo primero que pensó William Marizaca es que se trataba de ladrones.A esa hora, las 13.30 de un día laborable de finales de mayo, a su esposa le faltaban todavía horas para volver desde su trabajo hasta su piso en el distrito madrileño de Moratalaz. El banco tampoco podía ser: a finales de enero este vecino de 37 años habían llegado a un acuerdo con Bankia, la entidad que en 2004 le había concedido a él y a su esposa una hipoteca que en 2010 ya no podían seguir pagando. La entidad rescatada paralizaba por dos años el proceso de ejecución hipotecaria, un respiro por si la cosa mejora.
Al visitante no esperado con llave del piso le dio tiempo, literalmente, a llegar hasta la cocina antes de que Marizaca se levantara alarmado de su silla para ver quién era. “Yo estaba muy nervioso y le invité a salir inmediatamente del piso”, explica alterado a DIAGONAL. En el rellano ambos pudieron ponerse al día: William informó al intruso de que el piso estaba ocupado y él era el legítimo propietario; el intruso, recuerda, dijo llamarse Juan Antonio y trabajar para Timsa, empresa encargada de obtener la certificación de la instalación eléctrica del piso. “Le pregunté quién le había dado las llaves, y él me dijo que había sido Bankia”, rememora.
“A Bankia nadie le ha dado la posesión del piso y no tendría que tener la llave hasta que, llegado el momento del desahucio, la comisión judicial le dé la posesión”“Es una historia rocambolesca”, opina Jesús Díaz, el abogado de oficio que le fue asignado a la familia en medio de su proceso de ejecución. “A Bankia nadie le ha dado la posesión del piso y no tendría que tener la llave hasta que, llegado el momento del desahucio, la comisión judicial le dé la posesión y se pueda presentar a las puertas con un cerrajero para ejecutar el lanzamiento”, explica. Una circunstancia que el acuerdo de moratoria al que llegó la familia con la entidad en enero retrasa al menos dos años. “Y esto Bankia lo tiene que saber”, remacha Díaz. Marizaca es activista de la PAH (fue uno de los acampados frente a la sede central de Caja Madrid en la plaza madrileña del Celenque). Quizá por eso, no sólo considera la intrusión como un ataque a su intimidad.
“Si esto no es delito, entonces los escraches tampoco lo son”, opina en referencia al archivo del caso en el juzgado madrileño donde denunció la intrusión. “¿Qué podría haber pasado si no estoy en la casa en ese momento? Si hubiera estado sola mi hija, por ejemplo, o no se hubiera encontrado nadie?”, comenta indignado. José Antonio García, el director de la sucursal número 1178 de Bankia en el paseo de los Vinateros de Madrid, dijo no saber nada del asunto, así como la abogada de la entidad, Pilar Rojo Mata. DIAGONAL ha tratado de contactar sin éxito con el director de la sucursal. A día de hoy, Marizaca no conoce todavía los argumentos del juzgado para archivar su denuncia: un secretario judicial le aseguró que recibiría la notificación por escrito en su domicilio.
Los otros escraches
Los hechos ocurrían apenas dos semanas después de que la discusión pública sobre los escraches ocupara los titulares en los medios de comunicación. Especialmente después de que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, comparara a los activistas de la PAH con ETA y de que el expresidente del Gobierno, Felipe González, declarara “¿Por qué un niño tiene que aguantar presión en la puerta de su casa?” tras el escrache en el domicilio del vicesecretario general del PP, Esteban González Pons.
No hay comentarios:
Publicar un comentario