"En España confundimos democracia con sociedad de consumo"
Con la pantalla todavía en negro resuena un fragmento del discurso de Felipe González de octubre de 1982, después de que el PSOE ganara las primeras elecciones generales en España.
El líder socialista invita a ciudadanos e instituciones a comprometerse en “la tarea común de consolidar definitivamente la democracia en España, superar la crisis económica y concluir la construcción del Estado de las Autonomías”. Su discurso se diluye y no tardamos en meternos en un piso cualquiera del Madrid de la época que va llenándose de gente para celebrar una fiesta, un guateque que ocupa la mayor parte deEl futuro, el primer largometraje en solitario de Luis López Carrasco que se proyectó ayer por la noche en la sección no competitiva Signs of Life del Festival de Locarno.
“He vivido personalmente este colapso del sistema en España entre 2010 y 2011. De repente, los jóvenes nos hemos encontrado con que ya no teníamos más futuro. Se me ocurrió volver la vista al pasado para buscar la raíz de todo ello. Pensé en 1982 porque es un momento donde los jóvenes miraban hacia adelante y pensaban que todo iba a ir a mejor.
Creo que en 2010, con las medidas que adopta Zapatero que comportan la destrucción de la clase media, se cierra un ciclo que empezó justo en 1982 con ese discurso de González. Resulta muy triste comprobar que no se han cumplido ninguno de los tres objetivos planteados”, nos comenta López Carrasco, miembro también de Los Hijos, uno de los colectivos más inquietos de ese cine español que se mueve en los márgenes de los circuitos industriales.
El futuro parte de un contexto socipolítico muy acotado pero no pretende funcionar como una película de revisión histórica al uso. Rodada en 16 mm como si se tratara de un film casero sobre la fiesta en cuestión, encierra una poderosa metáfora sobre la época, la euforia con que se vivió y las perspectivas que generó. Pero su lectura no se agota en este plano. El futuro también supone una experiencia cercana al cine de Andy Warhol o John Cassavetes a la hora de aproximarse a los rostros y gestos de los personajes diversos que se mueven por el piso.
Al tiempo que ofrece un trabajo muy particular con el sonido: la música, los ruidos y las voces se mezclan, se pisan y se anulan sin que en ningún momento tengamos una percepción perfectamente inteligible de los diálogos o las letras. “Lo filmamos y editamos como si se tratara de una home movie. Con los cortes impedimos que el espectador se meta de lleno en el film. Nos interesaba que el público se quedara a medio camino, ni demasiado dentro ni demasiado fuera.”
Una escena de 'El futuro'. (ELAMEDIA)
La fiesta solo se interrumpe en un momento, cuando en la pantalla se suceden toda una serie de fotos de los años sesenta y setenta que podrían corresponder a cualquier familia próxima al poder financiero y político del momento. En una de las imágenes, se contempla a un niño con el brazo levantado en pleno saludo fascista. “Son unas fotos que encontramos por la calle y nos permiten recordar cuál fue la educación de los que luego serían los jóvenes en los ochenta, recordar que crecieron en una dictadura muy represiva”.
Esta secuencia cobra un significado especial gracias a los versos de la canción Nuclear sí de Aviador Dro que la acompaña, que parecen anticipar un futuro hecho presente. Aviador Dro debe ser el nombre más conocido de la espléndida selección musical del film.
La banda sonora de El futuro se aleja de los temas recurrentes cuando se habla de música de los ochenta en España, pero al mismo tiempo nos mete de lleno en los sonidos de la época. Muy bien asesorado, López Carrasco ha llevado a cabo una operación de rescate de canciones olvidadas o arrinconadas. Desde Nigeria de Ataque de Caspa a Francotirador de Flácidos Lunes pasando por Soy el vacío de Los Iniciados o Las reglas del juego de Última emoción, todos los temas que suenan son anteriores al 1983 y evitan la fácil identificación de los jóvenes de la fiesta con la Movida madrileña. “Quería evitar la crítica fácil a esa generación.
Pero también es verdad que buscas documentación sobre la época y siempre se habla de lo mismo. Conversas con los que eran jóvenes entonces y te cuentan que verdaderamente se pasaban el día de fiesta. Me interesaba este sector de la sociedad también porque la juventud de clase media de principios de los años ochenta adopta una seria de valores que no existían antes y que fueron los que se generalizaron. Aunque ellos tampoco lo han tenido tan fácil. El sida y la heroína han causado estragos entre los que nacieron en los sesenta.
En El futuro la música y la fiesta se van diluyendo progresivamente, como si la propia película acabara materialmente con ellos. Aparecen manchas y ruidos, y un agujero negro va apoderándose del metraje. Con el fin de fiesta, la cámara sale finalmente a la calle para acercarse al presente a través de un seguido de edificios construidos en las últimas décadas. Otra imagen de fuertes resonancias económicas que liga el pasado con el presente. “La construcción ha sido la base de la crisis pero también supuso el inicio del desarrollismo que permitió la euforia de los ochenta. Y el problema es que en España confundimos democracia con sociedad de consumo, nos creímos que la democracia se consolidaba como si nada”.
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