La agricultura ecológica gana terreno en Madrid
La agricultura ecológica es una opción de vida cada vez
más habitual para muchos jóvenes que se trasladan a la sierra de Madrid, pero
también hay quienes sin dejar la ciudad deciden cultivar productos para consumo
propio en huertos urbanos o comprar por Internet frutas y verduras cien por cien
naturales.
Hace ya tres años abandonó el centro de Madrid para mudarse a Alameda del Valle, un pequeño pueblo de la sierra norte cercano a Rascafría y Lozoya, donde vive en una finca junto con algunos animales como una yegua, un burro y varias gallinas.
Empezó a compartir un terreno con otros compañeros pero ahora Álvaro García, biólogo de 32 años, cuida él solo de dos huertos donde cultiva sus propios productos: patatas, cebollas, calabazas, zanahorias y puerros, entre otros.
Por el más grande le cobran una cantidad simbólica de 30 euros al año como ‘alquiler’, y el otro se lo han cedido, algo habitual, según comenta, entre habitantes del pueblo que los tienen abandonados o que no pueden seguir trabajando la tierra por tener una edad avanzada.
“Hay un interés creciente de gente joven que quiere poner huertas”, comenta Álvaro, quien se dedica a la agricultura ecológica porque le gusta “mucho” y porque trata de ser “lo más autosuficiente posible”.
Su percepción es una realidad porque como él, muchos otros jóvenes han ayudado a potenciar los cultivos ecológicos, la mayoría de ellos personas con formación que han decidido irse a vivir al campo a pesar de no tener ningún vínculo familiar.
Así lo ha comentado a Efe el investigador del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) Félix Cabello, quien ha explicado que casi todos los agricultores que les piden semillas son personas que rondan los 30 años.
En su trabajo con el IMIDRA, Cabello se dedica a recuperar variedades autóctonas de la Comunidad de Madrid que plantan por un lado en una finca de dos hectáreas que el gobierno regional posee en Arganda del Rey y, mayoritariamente, en terrenos de agricultores con los que colaboran, que “son ecológicos o tienen interés en cultivar productos de calidad”.
Para saber lo que se cultivaba antiguamente en los pueblos y poder recuperar y conservar estos productos entrevistan a agricultores mayores, buscan las semillas y antes de plantarlas guardan una pequeña cantidad de reserva en cámaras frigoríficas.
El departamento de investigación agroalimentaria del IMIDRA ya tiene localizadas 178 variedades en las prospecciones realizadas en la sierra norte y en localidades como Alcalá de Henares, Aranjuez y Chinchón, y ahora continuará su labor por otras zonas de los alrededores de los ríos Tajuña, Jarama y Tajo.
La demanda de semillas ha aumentado al pasar de pedirse 4.655 en 2007 a 19.662 en 2009, lo que confirma que la tendencia de la agricultura ecológica va en aumento, no sólo en huertas de las afueras sino también para cultivos en terrazas del centro de Madrid.
Luís Ferreirim se hace todas las semanas una ensalada con las lechugas que crecen en su vivienda, un ático situado en el barrio de Embajadores donde tiene “la suerte” de contar con una azotea bastante amplia en la que ha instalado su huerto de hortalizas, que cultiva en cajones grandes en lugar de macetas para tener más profundidad de tierra.
“Hay contaminación, pero no afecta a la producción de las plantas”, afirma Luis, responsable de agricultura en Greenpeace España, que considera que el sabor no es comparable al de los productos agrícolas industrializados, que además usan sustancias tóxicas dañinas para la salud y el medio ambiente.
Aunque conoce ejemplos de huertos urbanos compartidos en Madrid, como el del centro social autogestionado de la antigua Tabacalera en Lavapiés, le gustaría que el Ayuntamiento fomentara su creación en zonas ajardinadas del centro de la capital, como ya ocurre en ciudades de Reino Unido o Irlanda.
Los que no disponen de espacio suficiente para cultivar en casa pero quieren consumir productos ecológicos por “salud” y “convicción” medioambiental, como Raúl San Mateo, pueden comprar por Internet.
“Lo ecológico sube el precio, pero la ausencia de intermediarios lo abarata”, asegura este joven, uno de los clientes de la cooperativa Ecosecha, que cada semana vende frutas y verduras de sus huertos de Rivas y Chinchón a medio centenar de familias madrileñas.
“En Madrid se puede producir prácticamente de todo”, dice María Fernández, administradora y una de las socias de la cooperativa, fundada en 2001, aunque a veces tienen que traer ciertos productos de otras ciudades españolas.
La bolsa de fruta, de dos kilos como mínimo, la pueden confeccionar los compradores, pero la de verdura, de 4 o 6 kilos, tiene productos de temporada que varían cada dos semanas.
En su blog (ecosecha.blogsopt.com), donde los interesados pueden inscribirse y hacer pedidos, están todos los sitios de reparto, por los que pasan cada semana.
Sol Carreras
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