Un parado lleva cinco meses pidiendo mientras lee en una calle de Toledo
«Tengo 51 años, para mí es muy difícil encontrar trabajo», dice Ignacio Morión. que ha sido reproductor de planos, cajero de un banco, mozo de carga, vigilante de seguridad, vendimiador y agricultor
Ignacio Morión
Cala está en el paro y lleva cinco meses pidiendo, absorto en la lectura,
en la calle Hombre de Palo del casco histórico de Toledo, y aunque asegura que
no pierde la esperanza de encontrar trabajo, lamenta que, con sus 51 años, es
muy difícil.
«Con todo el currículum que tengo, con 51 años es como decir que
tengo 71, esos veinte años de diferencia no existen, es un puente que salta,
y hoy día para mí es muy
difícil encontrar trabajo. Aunque no imposible, no pierdo la esperanza»,
relata Ignacio a Efe la semana que se han
conocido los datos de la EPA, según los cuales el número de parados asciende
ya en España a 6.202.700.
Su último empleo
lo tuvo en Navarra, en un hotel que cerró durante la temporada de
invierno y, desde allí, se trasladó a Toledo, una ciudad que le ha acogido bien
y donde se siente a gusto. Tiene su sitio en la calle principal de Toledo, la
que conduce a la catedral, y allí, se sienta en un escalón, al lado de su cartel
en el que, con una letra muy cuidada, dice «Necesito tu ayuda».
Este cartelito lo sustituyó durante un tiempo por otro que, con la
misma esmerada letra, decía «¿Puedes darme trabajo?»,
pero luego volvió al original. En primer lugar porque ese cartel se lo robaron.
«En cuanto me voy un momento me roban el vaso, el dinero, el cartel», dice, pero
también porque no funcionaba, «la gente se acerca, me pide el teléfono y el
currículum, pero luego no llaman», y además, pedir ayuda directamente mueve más
la solidaridad de la gente. Ha presentado unos cien
currículos, sus amigos están metiendo su perfil en las redes sociales y
telefonea al Mercadillo de Toledo todos los viernes para que incluyan su anuncio
de petición de trabajo, pero de momento, nada.
Y así sigue en su esquina, donde llama la atención porque no es un
pobre al uso. Siempre está leyendo y su aspecto es muy cuidado y aseado. Nos recuerda que cualquiera de
nosotros un día, de la noche a la mañana, nos podemos ver así. «Sí, como
cualquiera que tenga el valor suficiente para ponerse aquí», afirma Ignacio, que
cuenta que la ropa y el calzado se los dan en Cáritas; los libros los saca de la
biblioteca o se los regalan o prestan, pero el techo hay que pagarlo, y la
comida, «y eso sale de aquí».
Nació en una familia trabajadora y lleva trabajando desde los doce
años, por eso afirma que para él es muy duro pedir, y cada día que pasa se le
hace más cuesta arriba. «En vez de acostumbrarme, cada día es más desastroso
venir. Son muchas horas y la calle es dura». Y lee y lee, porque de siempre le
ha gustado y porque, aparte de que le enseña y le distrae, le ayuda «a matar la
vergüenza».
«Esta es la
primera vez que hago una cosa semejante. Es duro. Una persona que ha
trabajado toda la vida en sitios buenos, con un currículum amplio, verme de
momento en la calle pidiendo no es fácil», lamenta.
Ignacio Morión explica que he sido cajero del Banco de Bilbao en
Madrid, fue también empleado de Rumasa en la central del Paseo de Recoletos, es
camarero profesional de sala. «Soy reproductor de planos, mozo de carga,
vigilante de seguridad, vendimiador, agricultor, he hecho de todo un poco».
Pero si le pagaran por leer...«si me pagaran por leer, sería
millonario, como muchas otras personas» y señala que sus autores preferidos son
los españoles, y los clásicos: «Galdós, Cervantes, Lope de Vega, Garcilaso, que
es de Toledo, Calderón. También las novelas de grandes escritores alemanes y
franceses, sobre todo la novela histórica. Y Platón, Aristóteles». «De todo un poco, me gusta leer de
todo. No soy estudiante, soy lector», afirma Ignacio, que reconoce que
nunca pierde la esperanza de salir de esta situación de desempleo, «encontrar un trabajito aunque sea
con un sueldo modesto, que me permita pagar mi habitación y comer».
Es Ignacio Morión Cala, natural de Jerez de la Frontera, parado,
lector, que desde hace cinco meses pide en Toledo para vivir.
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