Andalucía amenazó a Rubalcaba con retirarle su apoyo si votaba contra la Constitución
- Hizo temblar los cimientos de Ferraz antes de la votación sobre el derecho a decidir
- El líder del PSOE llegó a dar su palabra a Mas de que no caería en la trampa de Rosa Díez
Para otros lo más grave es la enmienda que llegó a proponer el PSOE y que fue rechazada por UPyD, ya que daba a entender que con en el marco de una reforma constitucional «sería posible lo que es imposible y los socialistas jamás aceptaremos». Y en todos causa perplejidad que un asunto de tanta importancia ni siquiera fuera tratado en la reunión habitual que esa misma mañana celebró del grupo parlamentario y que no duró más de diez minutos. «La Constitución –defiende un alto dirigente territorial– no puede ser una posición táctica ni política para el PSOE, sino institucional y de principios».La calle Ferraz vivió el miércoles otra tarde de infarto. Y no fue por la abstención de los diputados del PSC en la votación que forzó UPyD para rechazar la deriva independentista, defender la Constitución y reafirmar que la soberanía nacional reside en el pueblo español. El motivo de la convulsión fue unas horas antes y llegó desde Andalucía, que hizo de nuevo temblar los ya de por sí frágiles cimientos de la dirección federal. No en vano, desde el sur, Susana Díaz trasladó personalmente a Alfredo Pérez Rubalcaba que si mantenía su abstención al polémico texto en contra del derecho a decicir, la federación más poderosa del PSOE acataría la disciplina de voto, si bien al día siguiente se sentiría liberada de cualquier compromiso, reconsideraría su posición en el debate territorial respecto al PSC y haría valer su fuerza orgánica. Dicho de otro modo: repensaría su apoyo al proyecto y la estrategia de Rubalcaba. Hartos como vascos, asturianos, extremeños o madrileños de la deriva nacionalista del PSC que les ha empujado a una reforma federal de la Constitución en la que pocos creen, los andaluces se sumarían con entusiasmo a quienes desde hace tiempo piden la ruptura con los de Pere Navarro y defenderían la recuperación de la marca PSOE en Cataluña, como hace sin ambages el extremeño Guillermo Fernández Vara o el mismísimo Alfonso Guerra. Más inestabilidad, pues, a dos semanas de la Conferencia Política, para un Rubalcaba cuyo calendario y estrategia es sabido que dependen en buena medida del oxígeno que le proporciona Andalucía.
La «amenaza» surtió efecto. La dirección federal, que había fijado la abstención desde primera hora de la mañana, tuvo que virar al «sí». Y menos mal, porque lo de menos era que el Grupo Parlamentario se partiera en dos –ya que el PSC mantuvo la abstención–, sino la gravísima fractura entre la dirección federal y el resto de territorios que se hubiera producido. Lo inexplicable para muchos es que Alfredo Pérez Rubalcaba estuviera dispuesto a abjurar de la defensa de la Constitución para contemporizar con el PSC y con CiU. Hay quien sostiene que llegó a dar su palabra a Artur Mas el pasado viernes en su cita en el Palau de que los socialistas no caerían en la trampa que pretendía Rosa Díaz con su moción.
Desde la dirección federal restaron ayer importancia a lo ocurrido, si bien es sabido que a punto estuvo de desencadenarse una auténtica rebelión interna que hubiera dado la puntilla al equipo de Ferraz. Tanto es así que desde la sede federal telefonearon por la noche a algún barón para que se abstuviera de hacer declaraciones públicas sobre lo ocurrido. La única autorizada para la valoración fue Soraya Rodríguez que se esforzó en subrayar que lo importante es que el PSOE y el PSC comparten un proyecto político basado en el «socialismo» y la «unidad de España». Fue la consigna que se aprendió y verbalizó una y otra vez de mil formas distintas hasta aburrir a los informadores parlamentarios: que si caminan juntos en el rechazo a la independencia y la convivencia; que si la puntual discrepancia sobre el derecho a decidir es conocida y ha sido explicada; que si lo relevante es la defensa de la unidad de España y el rechazo a la independencia; que si este asunto tensiones a todos los partidos... Su fijación fue cargar contra Rosa Díez por presentar una moción que «no aporta nada» nuevo, «busca el regate corto» y pretende sacar rédito político con una votación que dura un titular en los medios de comunicación.