Julio Anguita: "Con la Constitución en la mano, las políticas de Rajoy estarían fuera de la ley"
Julio Anguita (Fuengirola, 1941) habla con la voz del político que, despojado de las ataduras del partido, de las presiones mediáticas, de la hipocresía que puede conllevar a veces ser un personaje público, parece capaz de remover la conciencia de todo un pueblo. Lo hace también con la voz de la experiencia, del haber sido siempre fiel a una idea de la izquierda, de la importancia de la mayoría social, del respeto por el valor y la necesidad de lo público.
En una más de las jornadas maratonianas que afronta desde el mes de noviembre para presentar su último libro, Contra la ceguera. Cuarenta años luchando por una utopía, atendió a Públicoel miércoles por la tarde en un hotel del centro de Madrid. El libro, editado por La esfera de los libros, es una especie de autobiografía con perfil de entrevista en la que ha trabajado codo con codo con el periodista Julio Flor.
En él se desgrana toda su carrera política y en él hace constar su visión de cómo debería ser la salida a la crisis. Sin tapujos, sin complejos. Con un lenguaje llano, porque como dice el que fuerasecretario general del PCE y coordinador federal de IU, "el discurso político es propuesta, es compromiso, lenguaje dulce y duro a la vez, acercarse al pueblo y a veces decirle al pueblo cosas que no le gusta escuchar". Como por ejemplo, que la Constitución se ha convertido en un papel mojado con el que PP y PSOE han hecho y deshecho a su antojo y que por eso ha perdido su sentido.
Apoya la salida del euro de una manera razonada y no tiene miedo a decirlo. Critica que IU no tenga un discurso consecuente en lo que se refiere a Europa. Y cree que sólo gobernando contra los poderes económicos, contra Botín, contra Endesa, contra Gas Natural, se puede dar un salto de calidad en esta sociedad. Pero para eso, para salir de la crisis, hay dos opciones: "O nos morimos en la camita y poquito a poco nos vamos durmiendo, o vamos a la mesa de operaciones. Que nos morimos dulcemente, pues ¡ea!, nos morimos. Pero no protestéis eh, por favor, no protestéis. Que no sea la protesta de los resignados en los bares. Eso me molesta mucho, mejor estar callados".
¿Qué opinión le merecen estas jornadas de puertas abiertas en un Congreso que lleva rodeado de vallas desde hace ya casi dos años? Aludiendo al título de su último libro, ¿estamos tan ciegos como para no ver el juego?
Eso es lo mismo que la Navidad, es un ritual vacío de contenido en torno a una Constitución que es papel mojado
Hoy se cumplen 35 años de ese papel mojado
Digo que es papel mojado no porque algunos de sus contenidos no sean interesantes, que lo son, sino porque nadie le hace caso. La Constitución ha sido sistemáticamente incumplida por todos los gobiernos, muy especialmente por este del señor Rajoy. Con la Constitución en la mano, las políticas del Gobierno en estos momentos estarían fuera de la ley.
Es la Constitución de la Transición
En la Transición el poder económico del franquismo permaneció indemne. Y el poder económico del franquismo es el que subyace debajo de toda la Transición, debajo de sus consensos, de sus ‘vamos a llevarnos bien', del contraste de pareceres y de su majestad el rey...
¿Un poder que se parapeta con vallas y con el bipartidismo?
Ese poder ahora se resiste a ser desalojado, a ser corregido y a ser mínimamente cuestionado y utiliza los brazos que el poder tiene, que es el Gobierno o los gobiernos. Porque los gobiernos, en definitiva, no son ni más ni menos que los instrumentos de poder, de lo que yo llamo la constitución material. Es decir, quien realmente defiende al poder y que hace posible que la Constitución se cumpla o que no se cumpla.
"Leyes como la 'mordaza' son producto de un momento en el que la crisis es tan gorda que el poder se defiende a patadas"
¿Y cómo responda el bipartidismo a ese cuestionamiento? ¿Con la ley mordaza, por ejemplo?
Reacciona así, con la ley mordaza y otras, que son producto de un momento en que la crisis es tan gorda que el poder se defiende pegando patadas.
¿Cree que la sociedad está preparada para emprender ese proceso constituyente que apoyan el Frente Cívico y otros espacios políticos y sociales?
No. No quiero hacer ilusiones a nadie. Precisamente una de las dificultades que tiene un proceso constituyente es que la gente se constituya en sujeto. En sujeto activo, consciente y Voluntario. Que sepa qué es lo que quiere. No solamente lo que no quiere, sino lo que quiere. Porque es un proceso de construcción.
Cuando eso sea así, haremos que se inicie. Lo que pasa es que conviene explicar a la gente que la expresión proceso constituyente, que se utilizó por primera vez en 2003, implica que te movilices, que te unas con otros, que te intereses por los problemas y cómo los resuelves. Eso es un proceso constituyente. Porque la expresión parece indicar que es como una reunión de un ilustre Senado, con togas... pues no. Es eso: la movilización de la gente con un objetivo.
Usted en el libro ahonda en la idea de que sólo con la izquierda no se puede. ¿A qué se refiere?
Evidentemente no. La izquierda y la derecha existen. Se podría discutir mucho dónde está cada uno, pero ese sería otro debate. Hay una izquierda que es consciente de que existe, otra que cree que es izquierda y no lo es, y después hay una inmensa cantidad de gente que ve la política como algo extraño porque nadie le ha explicado que la política es cuánto valen los garbanzos, qué salario tiene, etc.
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