Eurostat confirma que hicimos trampas para maquillar el déficit
Hace apenas un par de semanas Alejandro planteaba la posibilidad de que España pudiese haber hecho trampas para maquillar su déficit público de 2012 y hoy Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, ha confirmado que el déficit presentado por el Gobierno debe ser corregido al alza.
En concreto, el desequilibrio entre los ingresos y los gastos del conjunto de las administraciones públicas para el año pasado se incrementa en 0,24 puntos porcentuales, pasando del 6,74 % del PIB anunciado por el Gobierno al 6.98 %, según Eurostat. Se trata de una corrección leve, sin duda, pero que siembra dudas sobre los peculiares mecanismos contables utilizados por Montoro para maquillar esta cifra.
Ya en su momento se cuestionó el hecho de que muchas devoluciones fiscales que tendrían que haberse efectuado en 2012 se hicieran en enero de 2013, lo que rebajó la cifra de déficit del pasado año en algo más de dos décimas. Resultaba bastante sospechoso que las devoluciones realizadas se duplicaran en enero de 2013 respecto al mismo mes del año anterior. En concreto, pasaron de suponer 2.970 millones en enero de 2012 a 5.432 millones en enero del año siguiente, algo bastante inusual. Otra pista es que las devoluciones en diciembre de 2012 cayeron frente a las del mismo mes de 2011.
La cocina contable del ministro Montoro olía desde demasiado lejos y Eurostat se ha percatado de ello. La corrección contable del déficit público español realizada por este organismo prácticamente coincide con el maquillaje realizado a través de las devoluciones fiscales y deja una vez más en evidencia a nuestro país, lo que nos hace perder credibilidad internacional, que es justamente lo que menos necesitamos en estos momentos.
¿Tan difícil le resulta a nuestros políticos encarar los problemas de frente? Las triquiñuelas contables para esconder poco más de un par de miles de millones de euro de déficit son estrategias que no llevan a ninguna parte. Tenemos los problemas que tenemos y ocultarlos para burlar a la realidad no sirve absolutamente de nada, sino más bien al contrario: nos perjudica porque perdemos credibilidad.
