Falciani lanza un aviso a los defraudadores españoles: “Sigo colaborando con Madrid”
El empleado del HSBC relata a 'Vozpópuli' en su tercera entrevista con un medio español cómo hacer frente a la lacra del fraude fiscal desde su 'clandestinidad', esa a la que se vio abocado tras revelar los datos de miles de delincuentes fiscales de todo el mundo. Prefiere referirse a los mecanismos que él cree útiles para acorralarlo antes que dar nombres concretos y listas como la que lleva su apellido. Optimista, repasa su nueva vida y su apoyo al Partido X. "Los Gobiernos tienen que asegurar un mayor control sobre las finanzas”.
En la pantalla del ordenador, un personaje vestido con camisa blanca, abundante pelo moreno y rostro risueño -señal de buena salud- acepta la entrevista por videoconferencia con Vozpópuli, la tercera que hace con un medio español. Es Hervé Falciani, el llamado Robin Hood del HSBC. El pasado 21 de abril, pocos días después de su comparecencia pública en la Audiencia Nacional para que ésta se pronunciase sobre su extradición a Suiza –finalmente denegada-, El País destacó que había “dejado atrás la abultada peluca y las gafas de pasta negra con las que trató de ocultar su imagen en la vista oral, mostrándose con su aspecto habitual, quizá modificado por una coqueta perilla”. Después, el 11 de junio, ya se le pudo ver en vídeo en su segunda entrevista para eldiario.es; el digital abundó un poco más en su aspecto: “Su rostro ha experimentado un marcado cambio desde las últimas fotos publicadas de 2009 (…) ha perdido casi 10 kilos. Desde que la Audiencia rechazó su extradición, Falciani, ha recuperado parte de su tono físico”.
Lo que vio este diario en la pantalla del ordenador a través de un programa de videoconferencia el 9 de octubre, miércoles de la semana pasada, es una evolución física respecto a las dos citas anteriores: un Hervé Falciani sin perilla, menos delgado, muy relajado, muy optimista con sus proyectos, el último de ellos su inminente colaboración con el fisco francés tras meses de negociación con El Elíseo, según reveló el informático el 4 de octubre en una entrevista con el rotativo Le Parisien. También ha dado un paso más implicándose en política de la mano del Partido X español, una de las formaciones nacidas al calor del movimiento 15-M. El franco-italiano de 41 años que extrajo entre 2006 y 2008 información sobre las cuentas de 130.000 clientes del HSBC en Ginebra relacionadas con el fraude fiscal –entre ellas las de cientos de españoles, empezando por Emilio Botín y su hijaAna Patricia, que abonaron a Hacienda 200 millones de euros en 2010- conversa durante una hora con Vozpópuli desde un hotel en Francia cuyo paradero concreto prefiere no revelar. “Sigo con medidas de seguridad. Me he trazado un plan ambicioso, y más vale protegerse que curarse, porque lo segundo significa que a uno lo han herido. Hay que anticiparse”. La entrevista se desarrolla íntegramente en francés.
El exempleado del HSBC reconoce que viaja regularmente a España, "la última recientemente", desde que se instaló en Francia para ayudar al Gobierno Hollande a lucar contra el fraude
Falciani huyó de la Policía suiza en diciembre de 2008. Se instaló en Francia, cerca de la frontera italiana, y entregó a la Justicia gala los archivos con nombres de evasores fiscales incautados al HSBC. Su huida inflamó la relación entre París y Berna. En junio 2012 empezó a cooperar desde Francia con las autoridades de Estados Unidos, y un mes después fue detenido en el puerto de Barcelona procedente de la Côte d’Azur. El informático celebra su reciente colaboración con el Ejecutivo de François Hollande. “Cuando volví a Francia hace cinco años”, recuerda, “me di cuenta de que el Gobierno anterior [de Nicolas Sarkozy] no quería hacer nada”. Hollande sí tomó de buen grado las listas de defraudadores, con las que se consiguieron repatriar 1.200 millones. Ahora pueden ser más millones.
En España, pasó seis meses en la cárcel de Valdemoro (Madrid). En prisión empezó a fraguar una colaboración confesa con la Fiscalía Anticorrupción. Tan positiva ha sido su experiencia en Madrid, según él, que está intentando convencer al presidente Hollande de que el camino a seguir con El Elíseo debe ser el mismo que emprendió con el vecino del Sur.
- ¿Sigue cooperando con las autoridades españolas?
- Por supuesto. Estamos en contacto. Aunque han pasado unos cuantos meses desde que abandoné Madrid, no son demasiados como para distanciarme tanto de este país. Mi trabajo con España va a continuar.
- ¿Volverá, por tanto, a España?
- No solo volveré, sino que voy regularmente. La última vez, recientemente. En lo personal, he desarrollado una enorme afección por su país. He terminado amando España, y eso que mis vínculos con ese país datan de apenas un año y unos meses. No puedo contar todos los detalles, pero puedo asegurar que mi colaboración continúa.
- ¿Y con qué organismo se concreta dicha colaboración? ¿La Policía? ¿La Fiscalía Anticorrupción? ¿Hacienda?
- Me he dado cuenta de que el fisco español (Hacienda) no es una entidad uniforme, sino que tiene una rama ministerial y otra judicial, además de una agencia recaudatoria. Todas ellas conforman un conjunto de personas cuyo trabajo está relacionado entre sí. Y muchas de estas personas tienen ganas de trabajar en el sentido que vengo proponiendo. Con esa gente sigo en contacto porque tienen ganas de que el sistema funcione. Son optimistas y tienen ilusión. He aprendido, en cierto modo, a explorar hasta dónde quiere llegar éste o aquél, a saber hablar, en definitiva. No hay que tener una fe ciega en las instituciones, pero sí confianza, porque detrás hay gente muy competente.
Nombres, no. Sistemas, sí
Algo así propone Falciani a los Estados: no revelar más nombres –o al menos no airearlos en público, para desesperación de la prensa-, sino ayudar a los Gobiernos a acorralar la opacidad fiscal. “No estoy solo identificando nombres de las listas”, insiste, “estoy más bien ayudando a estudiar los mecanismos que permiten que esto ocurra. La lucha contra el fraude se basa en utilizar tecnologías ya existentes, algo que yo ya aplicaba en mi etapa en la banca. La pregunta es cómo hacerlo. Yo he tratado de crear un sistema que asegure un mayor control sobre las operaciones financieras”.
No lo dice, pero es así como ha trabajado con Hacienda y con la Fiscalía Anticorrupción en España. Y como quiere colaborar con Francia, donde tres meses después de su llegada “las cosas ahora se están acelerando”. También trabaja con INRIA (Instituto Nacional de Investigación Informática y Automática, del francés), labor de la que no ha trascendido gran cosa pero que está relacionada con sus contactos intergubernamentales.
El informártico francoitalinao apunta que el sistema utilizado por Bárcenas para mover el dinero en Suiza es el utilizado más frecuentemente por los defraudadores fiscales
Sin entrar demasiado en pormenores, Falciani brinda un ejemplo de sus ocupaciones actuales: La Ley Hadopi [aprobada en 2011, es una directiva francesa que restringía el acceso a Internet y que fue abolida en julio]. “Sarkozy dispuso 20 millones de euros para vigilar Internet, es decir, a toda la ciudadanía. Y yo digo: ¿Por qué no hacer una Ley Hadopi para los bancos en vez de poner en peligro la confidencialidad de las personas? Así podríamos conocer mejor los movimientos de capitales. Porque hay que saber que todo el dinero que termina en paraísos fiscales tiene que salir de algún lado. Seguir su rastro es la única manera de acabar con la impunidad que rodea al secreto bancario”.
Durante el encuentro por videoconferencia, Falciani vuelve una y otra vez a “los lugares por los que transita el capital”: el problema no reside en la sucursal a la que va a parar el dinero, dice, sino en el punto de salida. Cuando se le menciona a Luis Bárcenas (el ex tesorero del PP no poseía, que se sepa, cuentas en el HSBC de Ginebra pero sí una fortuna millonaria en otros bancos suizos), evita citarle directamente, pero sí señala puntos que guardan relación con los ingresos de éste en el paraíso fiscal europeo y con sus frecuentes viajes a la Confederación Helvética. “En los bancos el dinero se mueve frenéticamente. La duración máxima de una cuenta bancaria suele ser de ocho años; normalmente, entre el segundo y quinto año la gente cambia con facilidad de entidad”. Como hizo el extesorero en los últimos veinte años
"Señores, no es tan complicado"
“Cuando decimos evasión fiscal, en el fondo de lo que hablamos es de finanzas opacas. Controlar las transacciones financieras quiere decir conocer su existencia. Por eso nos hace falta un Servicio de Información Económica, una policía. Pero no secreta, sino una policía real”. De hecho, apunta que el actual sistema de comisiones rogatorias que se cursan desde la Justicia de los diferentes estados a los paraísos fiscales para recabar información no es lo suficientemente útil. "No vamos a esperar sentados a que nos arreglen la vida las autoridades de Suiza o Luxemburgo. Ese trabajo tenemos que hacerlo nosotros con nuestros bancos, algo que es posible de acuerdo con mi experiencia. ¡Señores, no es tan complicado!", propone con vehemencia.
Falciani insiste en la necesidad de que los ciudadanos se impliquen en la lucha contra el fraude: "No vale sólo con pagar impuestos"
Y pone un ejemplo: "Muy pocas personas hemos conseguido repatriar capital procedente de cuentas opacas de uno de los primeros bancos del mundo [se refiere, evidentement,e al HSBC]. Y estamos hablando de un banco que no ha colaborado, algo que no tengo tan claro que vaya a suceder con el resto de entidades". Por ello, hace un llamamiento a "una cooperación interestatal con objetivos comunes". Falciani destaca que "durante mi etapa en España, cooperé con gente muy competente y motivada. En Francia también, pero es que además me han dado los medios para hacer propuestas y llevarlas a cabo. Pero hoy día es verdad que no hay nada hecho en sentido interestatal, y no solo a nivel público, sino ni siquiera de la ciudadanía. Creo que los ciudadanos tenemos que aunar competencias. Ya no vale sólo con pagar impuestos".
Con el Partido X
Es ese deseo de que los ciudadanos participen lo que le ha llevado a entrar en política. Pero no desde los parámetros de los partidos tradicionales, sino a través de una formación que incluso desde su nombre marca distancias y cuyas expectativas de conseguir un buen resultado electoral en los próximos comicios europeos no parecen a priori muy altas: el Partido X. "Sé que no cojo el camino más fácil, sino el que creo más adecuado. Tenemos tiempo para constituir algo grande. Es un partido muy ambicioso y que no hace concesión con sus principios. No veo al Partido X como algo estático, sino como un grupo de personas que quieren trabajar juntas. No es algo tan ideológico, sino gente que pone su inteligencia al servicio de todos".
Esta participación política le ha devuelto ahora, en cierto modo, a la primera plana de los medios, pero la admiración que provoca en numerosos ciudadanos se ha mantenido constante en estos meses de silencio. "Recibo muchos correos de gente que quiere ayudar y seguir mis pasos. Yo les respondo: no hay ninguna necesidad de adoptar riesgos por culpa de reacciones bruscas. Ayuden sin caer en peligros o en riesgos innecesarios. Yo también aprendo de mi pasado. Cualquiera que quiera contribuir no tiene asegurada la protección en caso de sobrepasar determinados límites".
- Da la sensación de que cambiaría algo de su pasado.
- Sí, sí, por supuesto- Muchas cosas las haría de manera diferente. Es la experiencia. He aprendido muchísimo estos últimos años. Pero así es el presente: uno solo ve las opciones a posteriori. Yo espero que la gente que nos ayude no encuentre las dificultades con las que yo me he topado.