El Principito: un mito salvadoreño
San Salvador, (PL) Poco conocida es la tesis de que El Principito, la famosa novela de Antoine de Saint Exupéry está profundamente vinculada a El Salvador, un pequeño país centroamericano lleno de analogías con el asteroide B-612 descrito por el aviador francés.
Pero el investigador japonés Yukitaka Hirao, en su libro Guía de los Tres Países de Centroamérica, defiende la teoría que el conde de Saint Exupéry se inspiró en Armenia, un pequeño poblado del departamento de Sonsonate, tierra natal de su esposa salvadoreña Consuelo Suncín.
El Pequeño Príncipe, o El Principito, como también se le conoce, es una de las obras literarias más difundidas en el mundo, con más de 140 millones de ejemplares vendidos en todos los rincones del planeta.
Publicada originalmente el 6 de abril de 1943 en Nueva York, El Principito ha sido traducida a más de 250 idiomas y dialectos, incluyendo al sistema de lectura braille, y está entre los libros más leídos, por encima de monumentales joyas de la literatura como El Quijote, Rayuela y Cien años de Soledad.
Fue a través de Gerson Martínez, actual ministro de Obras Públicas de El Salvador, y gran conocedor de la obra literaria de Saint de Exupéry, que conocimos en detalles la historia de amor entre el escritor francés y la señora Suncín, una bella salvadoreña nacida en 1901, a quien se le atribuye la inspiración que llevó al conde y aviador galo a narrar la historia de El Principito.
Según Martínez, quien apoya las tesis de Hirao, muchas son las semejanzas entre el libro y El Salvador, entre ellas ser el país más pequeño del continente, bautizado por la escritora chilena Gabriela Mistral como El Pulgarcito de América, mientras que el protagonista de El Principito vive en un minúsculo asteroide.
Otra de las que defiende apasionadamente la relación entre el Principito y El Salvador es Abigaíl Suncín, sobrina-nieta de la condesa de Saint Exupéry, quien reconoce que fue Yukitaka Hirao el primero en analizar los tres volcanes del asteroide B-612 y vincularlos con los volcanes salvadoreños de Izalco, Santa Ana y Cerro Verde, que rodean al poblado de Armenia, cuna de Consuelo Suncín.
"Si usted ve, en Francia no hay volcanes, entonces, ¿quién le pudo hablar de esas montañas de fuego a Saint de Exupery sino su esposa? Y casualmente son dos volcanes apagados y uno encendido, exactamente como están aquí en El Salvador", afirmó Abigaíl.
Otro de los detalles tomados en cuenta son los baobabs que crecen en el asteroide B-612, enormes árboles muy similares a las ceibas, coincidiendo con la hacienda donde pasó Consuelo su niñez, bautizada como Las Tres Ceibas.
También resalta el hecho que Saint Exupéry acostumbraba a llamar a Consuelo como "mi Rosa", y destaca que El Principito conservaba una bella rosa en una urna de cristal.
Para Juan de Dios Galán, historiador de Armenia, existen sospechas de que Consuelo Suncín trajo a su esposo Antoine de Saint Exupery de Guatemala para El Salvador, mientras convalecía de un accidente aéreo, tesis que no se ha podido confirmar.
"Nunca pude platicar con ella sobre el tema, y eso es lo que nos hace dudar si estuvo o no aquí", afirmó Galán, quien aseguró haber conocido a la condesa en una de sus tantas visitas a Armenia.
Abigail Suncín, tiene la certeza de que su tía-abuela fue quien le dio a Saint Exupéry la fe para seguir adelante en su carrera literaria, convirtiéndose en una suerte de ángel inspirador que terminó siendo la verdadera protagonista de la historia de El Principito.
"Dicen que cuando Saint Exupéry escribía, tenía montones de papeles en todos lados, pero Consuelo le decía: tú tienes que dar un mensaje a los hombres, nada debe detenerte, ni siquiera yo. Imagínese una mujer que le dice eso a su esposo, es increíble, él se sintió completamente apoyado", recordó Abigaíl.
La influencia de Consuelo Suncín sobre el escritor francés es indudable. Muchos la calificaron como una mujer especial que brilló en las artes plásticas como pintora y escultora.
Amada por grandes e importantes hombres, sostuvo una relación con el capitán mexicano Ricardo Cárdenas, con quien se casó cuando tenía 21 años, y de quien se divorció en 1925.
Más tarde sostiene una relación con el político e intelectual mexicano José Vasconcelos, con quien viaja a París, lugar donde conoció al escritor y periodista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, su posterior esposo, conocido como el Príncipe de la Crónica, y que entonces era cónsul general de Argentina en la capital francesa.
Después de enviudar en 1927 de Gómez Carrillo, Consuelo decide marcharse a Buenos Aires para vivir de la pensión de su segundo marido, y conoce al francés Antoine de SainExupery, con quien viviría una inolvidable historia de amor.
Nadie sabe a ciencia cierta donde se escribió El Principito, pero de lo que no hay lugar a dudas es que Consuelo Suncín y El Salvador están en cada uno de los rincones de ese mítico asteroide que ha conquistado a millones de lectores en todo el mundo.
Tras más de siete décadas de ver la luz, El Principito trasciende generaciones enteras de lectores y resulta referente de muchos, espejo de otros, pero sobre todo, un punto de partida hacia el amor entre los seres humanos que defienden los principales valores que sostienen al hombre.
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