Holanda, el país que hará estallar el euro
Qué país de la eurozona está más endeudado? ¿Los griegos derrochadores, con
sus generosas pensiones estatales? ¿Los chipriotas y sus bancos repletos de
dinero sucio ruso? ¿Los españoles tocados por la recesión o los irlandeses en
quiebra? Pues curiosamente son los holandeses sobrios y responsables.
La deuda de los consumidores en los Países Bajos ha alcanzado el 250% de
la renta disponible y es una de las más altas del mundo. Como comparación,
España nunca ha superado el 125%.
Holanda es uno de los países más endeudados del mundo. Está sumido en una
recesión y demuestra pocos signos de salir de ella. La crisis del euro se lleva
arrastrando tres años y hasta ahora sólo había infectado a los países
periféricos de la moneda única. Holanda, sin embargo, es un miembro central
tanto de la UE como del euro. Si no puede sobrevivir en la Eurozona, se habrá
acabado todo.
El país ha sido siempre uno de los más prósperos y estables de Europa, además
de uno de los mayores defensores de la UE. Fue miembro fundador de la unión y
uno de los partidarios más entusiastas del lanzamiento de la moneda única. Con
una economía rica, orientada a las exportaciones y un gran número de
multinacionales de éxito, se suponía que tenía todas las de ganar con la
creación de la economía única que nacería con la introducción satisfactoria del
euro. En vez de eso, ha empezado a interpretar un guión tristemente conocido.
Está estallando del mismo modo que Irlanda, Grecia y Portugal, salvo por una
mecha algo más larga.
Burbuja inmobiliaria
Los tipos bajos de interés, que obedecen a los intereses de la economía
alemana ante todo, y mucho capital barato han creado una burbuja inmobiliaria y
la explosión de deuda. Desde el lanzamiento de la moneda única hasta el pico del
mercado, el precio de la vivienda en Holanda se duplicó, convirtiéndolo en uno
de los mercados más sobrecalentados del mundo. Ahora se ha estrellado
estrepitosamente. Los precios de la vivienda caen con la misma velocidad que en
Florida cuando el auge inmobiliario americano se marchitó.
Actualmente, los precios son un 16,6% más bajos que en lo más alto de la
burbuja de 2008 y la asociación nacional de agentes inmobiliarios predice otra
caída del 7% este año. A menos que haya comprado su casa en el siglo pasado,
ahora valdrá menos de lo que pagó e incluso menos todavía de lo que pidió
prestado por ella.
Por todo ello, los holandeses se hunden en un mar de deudas. Por encima del
250%, la deuda de los hogares es mayor aún que la de Irlanda, y 2,5 veces el
nivel de la de Grecia. El Gobierno ya ha tenido que rescatar a un banco y, con
unos precios de la vivienda en caída continua, lo más probable es que le sigan
muchos más. Los bancos holandeses tienen 650.000 millones de euros pendientes en
un sector inmobiliario que pierde valor a toda máquina. Si hay un dato
demostrado sobre los mercados financieros es que cuando los mercados
inmobiliarios se hunden, el sistema financiero no se hace esperar.
Profunda recesión
Las agencias de calificación crediticia (que no suelen ser las primeras en
estar al tanto de los últimos acontecimientos) ya se empiezan a dar cuenta. En
febrero, Fitch rebajó la calificación estable de la deuda holandesa, que sigue
con su triple A, aunque sólo por los pelos. La agencia culpó a la caída de los
precios de la vivienda, el aumento de la deuda estatal y la estabilidad del
sistema bancario (la misma mezcla tóxica de otros países de la Eurozona
afectados por la crisis).
La economía se ha hundido en una recesión.
El desempleo aumenta y alcanza
máximos de hace dos décadas. El total de parados se ha duplicado en sólo dos
años y en marzo pasó del 7,7 al 8,1% (una tasa de aumento todavía más rápida
que la de Chipre). El FMI predice que la economía encogerá un 0,5% en 2013, pero
los pronósticos tienen la mala costumbre de pasarse de optimistas. El Gobierno
incumple sus déficits presupuestarios pese a haber impuesto unas medidas severas
de austeridad en octubre. Como otros países de la Eurozona, Holanda parece
encerrada en un círculo vicioso de paro en aumento e ingresos fiscales en
descenso, que conduce a todavía más austeridad e incluso más recortes y pérdida
de empleo.
Cuando un país se sube a ese tren, cuesta mucho salirse de él (sobre
todo dentro de los confines del euro).
Hasta ahora, Holanda había sido el gran aliado de Alemania en la imposición
de la austeridad por todo el continente como respuesta a los problemas de la
moneda. Ahora que el bajón se agrava, el apoyo holandés a una receta sinfín de
recortes y recesión (e incluso al euro) empezará a esfumarse.
Los demás colapsos de la Eurozona siempre han ocurrido en la periferia de la
divisa. Eran países marginales y sus problemas se presentaban como accidentes,
no como pruebas de los fallos sistémicos de la forma en que se armó la moneda.
Los griegos gastaban demasiado. Los irlandeses dejaron que su mercado
inmobiliario se descontrolase. Los italianos siempre tuvieron demasiada deuda
para empezar. Para los holandeses no hay ninguna excusa: ellos obedecieron todas
las reglas.
Desde el principio ha quedado claro que la crisis del euro llegaría a su fase
terminal cuando alcanzase el centro. Muchos analistas suponían que sería Francia
y, aunque Francia no está precisamente falta de problemas (el paro crece y el
Gobierno hace todo lo que puede, restando competitividad a la economía), no deja
de seguir siendo un país rico. Sus deudas serán altas pero no están fuera de
control ni han empezado a amenazar la estabilidad del sistema bancario. Holanda
está llegando a ese punto.
Tal vez hay que esperar un año más, quizá dos, pero la caída cobra ritmo y
el sistema financiero pierde estabilidad cada día. Holanda será el primer país
central en estallar y eso será demasiada crisis para el euro
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