La quiebra de Detroit mete el miedo en el cuerpo a Banco
Santander y BBVA
La suspensión de pagos de la ciudad de Detroit ha hecho saltar las alarmas en
la gran banca europea, incluyendo los gigantes españoles Santander y BBVA. Lo
que se percibía como un problema local se ha revelado como una amenaza para
nuestras entidades porque esta quiebra ha aflorado una exposición muy alta a la
deuda municipal estadounidense: 2.000 millones de dólares el banco que
preside Emilio Botín y 1.400 el de Francisco
González. La causa de estas posiciones está en las normas de solvencia
de Basilea, que hacen que invertir en deuda municipal de EEUU consuma
mucho menos capital que dar créditos en España, por ejemplo. El peligro
es que el ejemplo de Detroit cunda entre otras endeudadas ciudades
norteamericanas.
Cada inversión que hace un banco (sea un crédito, compra de bonos, de
acciones, etc.) requiere apartar una cantidad de capital para cubrir el riesgo
de que salga mal: es lo que se llama consumo de capital. Dicho consumo varía
mucho de unas inversiones a otras: así, un préstamo a una gran empresa consume
menos capital que otro a una pyme, y la inversión en deuda pública
soberana no consume nada porque los países no pueden quebrar -algo que
está cuestionado tras la quita de Grecia-. Ese riesgo se mide en los llamados
APR (activos ponderados por riesgo), el denominador de la ratio de solvencia; el
capital es el numerador. Y, como es sabido, las normas nacionales e
internacionales han obligado a una constante subida de esta ratio en los últimos
años, lo que incentiva las inversiones que reduzcan los APR (y suban la
ratio).
Pues bien, resulta que la legislación de solvencia de la UE, basada en las
normas internacionales de Basilea II (Basilea III aún no ha entrado en vigor),
permite que los bancos europeos inviertan en bonos municipales sin apenas
consumo de capital, siempre que estas ciudades se encuentren en un país con un
rating elevado.
Como era el caso de Detroit. Es decir, pueden obtener grandes
rentabilidades invirtiendo bonos de ciudades con baja calificación sin empeorar
sus ratios de solvencia mientras el emisor esté en un país con un buen
rating; dicho de otra forma, el consumo de capital es el mismo
invirtiendo en la deuda de Detroit que en el Treasury del Gobierno de
EEUU, pero la rentabilidad es mucho más alta en el primer caso por su
peor rating. Una tentación demasiado grande en los tiempos que corren.
Técnicamente, esto es posible porque Basilea II permite a las entidades optar
para medir el riesgo de estos bonos entre los modelos internos de evaluación del
riesgo (cada banco tiene los suyos, aunque los tiene que aprobar el Banco de
España) o el modelo estándar, que confiere el mismo consumo de capital a cada
activo para todas las entidades. Y este modelo estándar considera a la
deuda municipal sólo un poco más arriesgada que la deuda pública del
país en que se encuentra la ciudad.
La banca europea, hasta las cejas
Eso es lo que ha llevado a los bancos europeos a tener ingentes cantidades de
deuda municipal en sus balances. Así, el regulador alemán Bafin estima
en 18.500 millones de euros la exposición de los bancos y
aseguradoras de ese país a la deuda municipal de EEUU; en Italia la
cifra baja a 800 millones, según Reuters, mientras que los reguladores
de Francia, Suiza, Reino Unido y España no han dado cifras. Pero los bancos que
tienen más de 500 millones de dólares en activos de EEUU tienen que comunicarlos
a la SEC, como es el caso de Santander y BBVA.
Así, el primero tenía 2.000 millones de dólares en bonos de ciudades
norteamericanas al cierre de junio, aunque asegura que el rating medio
de esta cartera es AA. BBVA poseía 1.400 millones en el primer
trimestre, de los que un tercio tienen calificación de AAA (la máxima posible) y
el resto, entre AA+ y AA-. El británico HSBC posee 800 millones en estos títulos
y el belga rescatado Dexia ha tenido que provisionar 59 millones de euros para
cubrir sus pérdidas en Detroit.
El riesgo de contagio de Detroit
El peligro es que el ejemplo de Detroit -que ha presentado la suspensión de
pagos con un pasivo de 18.500 millones de dólares- cunda entre otras ciudades de
EEUU también agobiadas por la falta de ingresos para pagar las pensiones y los
elevados gastos sanitarios de una población envejecida (ambos capítulos son
competencia municipal en EEUU). Con esta medida, son los tenedores de la deuda
municipal los que corren con las pérdidas. No obstante, algunos expertos
aseguran que el riesgo de contagio es limitado porque Detroit
supone un caso único de despoblación: se ha quedado en 690.000 habitantes frente
a los 951.000 del año 2000 o los 1,85 millonres de los años 50.
En todo caso, que Europa ha subestimado este riesgo queda patente en
los últimos test de estrés de la EBA (Autoridad Bancaria
Europea) de 2011, en los que se dio a la deuda municipal el mismo trato que a la
deuda soberana de EEUU, ya que aquel ejercicio estaba cebtrado principalmente en
la crisis de la deuda de la zona euro.
FUENTE