Las manos que mueven las Bolsas
El patrimonio en poder de los fondos de inversión y de pensiones alcanza su récord y ya equivale al 75% del PIB mundial
Hay expresiones que quedan marcadas a fuego en el imaginario colectivo. La crisis ha parido un nuevo concepto: “los mercados”. Esta idea un tanto difusa tiene diferentes acepciones, según convenga al político de turno. Los mercados especulan cuando rechazan nuestros activos, y son oráculos en posesión de la verdad si nos confían su dinero. Pero, ¿quién conforma los mercados? Los flujos de capitales que fijan los precios de los activos pertenecen a una amalgama de inversores de perfiles y objetivos muy heterogéneos, pero que no son anónimos.
La primera obra en la que se describen las operaciones en Bolsa se denomina Confusión de confusiones y fue escrita en Ámsterdam en 1668 por un judío de origen cordobés, José de la Vega. El libro es un diálogo entre un filósofo, un mercader y un accionista en el que se describe el negocio de las acciones, “su origen, su etimología, su realidad, su juego y su enredo”. Cuatro siglos después, estos son los jugadores que dominan el tapete bursátil:
Fondos de inversión y fondos de pensiones. “Si las sociedades de inversión colectiva invirtieran solo en renta variable, podrían comprarse todas las compañías cotizadas del mundo”. Mariano Rabadán, presidente de Inverco, ilustra de esta forma tan gráfica la potencia de tiro de los principales protagonistas de los mercados. A finales de 2013, el patrimonio bajo gestión de los fondos de inversión en todo el mundo se situó en 22,1 billones de euros, y el de los fondos de pensiones, en 18,1 billones. Entre ambos manejan un patrimonio de 40,2 billones, equivalente al 75,5% del PIB mundial. Se trata de un 31% más del dinero que acumulaban antes del estallido de la crisis en 2007, según la Asociación Internacional de Fondos de Inversión (IIFA, por sus siglas en inglés).
El dinero que acumulan los fondos bastaría para comprar todas las empresas cotizadas que hay en el mundo
La importancia de estas cifras cobra fuerza al compararlas con la capitalización bursátil de todas las empresas cotizadas del planeta (41,6 billones, según los datos de agosto pasado de la Federación Internacional de Bolsas) y con el saldo vivo mundial de renta fija, pública y privada, que suponía a junio pasado 65,1 billones, de acuerdo con las cifras del Banco Internacional de Pagos. “Esto quiere decir que la inversión institucional supone más del 37% de la capitalización total de la renta fija y de la variable del mundo y una cifra mucho más relevante en el volumen de negociación de los mercados”, subrayan en Inverco.
Los fondos canalizan el ahorro de miles de millones de ahorradores particulares y desarrollan un papel clave en la financiación de empresas y países, pero su enorme tamaño también genera una serie de retos para supervisores, reguladores y bancos centrales. Por ejemplo, el contexto actual de tipos de interés próximos al 0% obliga a los gestores, sobre todo en aquellos vehículos más conservadores como los fondos de pensiones, a asumir más riesgos para generar réditos. Esta situación significa más probabilidades de recalentamiento de determinados activos y de creación de burbujas. Un ejemplo de este cambio estratégico es el creciente peso que la renta variable está adquiriendo en las carteras de los inversores institucionales. La distribución mundial del patrimonio de los fondos en diciembre pasado era la siguiente: las acciones representan el 44,8% del total (tres puntos porcentuales más que un año antes), la renta fija acapara el 25,7% del dinero, y las estrategias mixtas, el 12,2%, según datos del IIFA.
Otro reto que plantea la industria de fondos es su tendencia a la concentración. Un menor número de gestoras tienen cada vez mayor cuota de mercado. Los 20 mayores grupos acaparan el 41,4% de los activos bajo gestión, según el último estudio de Towers Watson sobre las 500 mayores gestoras de fondos del mundo. Además, el 52,8% de ese dinero está en manos de firmas anglosajonas, principalmente estadounidenses. Otro dato relevante es la propiedad de estos gigantes: entre las 20 mayores compañías de inversión, 9 son propiedad de bancos, 8 son independientes y 3 pertenecen a aseguradoras. España es solo una gota en el océano de la inversión colectiva: la industria local de fondos gestiona solo 250.746 millones, siendo el Santander —el banco ha vendido el 50% de su gestora a una sociedad de dos grupos de capital riesgo con sede en las islas Caimán— líder en el mercado doméstico, con 25.500 millones de activos.
El patrimonio de BlackRock, la mayor gestora del planeta, equivale a casi tres veces el PIB de España
La tipología de fondos es amplísima —hay más de 75.000 fondos distintos en el escaparate financiero—. Una de las categorías que más han crecido en los últimos años son los fondos cotizados (exchange-traded funds, ETF). Desde su nacimiento, en Canadá, en 1990, el dinero que gestionan ha crecido a una tasa promedio del 40% anual, hasta aproximarse al billón y medio de euros. El éxito de los ETF se debe a su liquidez —a diferencia del resto de fondos, se compran y venden en el mercado secundario sin esperar a tener el valor liquidativo—, ofrecen al inversor exposición a una amplia gama de activos y su política de inversión es pasiva, es decir, se basa en el seguimiento de los índices, lo que supone menos comisiones. Su crecimiento exponencial ha despertado el recelo de los supervisores del mercado, ya que su éxito les obliga a utilizar estructuras complejas —suelen usar derivados en mercados no regulados— y tienen un potencial impacto de distorsión en aquellos activos menos líquidos como las materias primas o las empresas de pequeña capitalización.
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