La figura de Snowden gravita sobre importantes relaciones
internacionales.
Con cada escala que haga Edward Snowden en su posible ruta
hacia Ecuador se abre un frente de lucha diplomática en el que Estados Unidos
parece tener poco margen de maniobra
Son pocas las ocasiones en la historia en las que un hombre solo es capaz de
complicar las relaciones entre varios países al mismo tiempo, involucrando a la
principal potencia del planeta con dos de sus rivales más importantes.
Eso es lo que ha hecho el sorpresivo viaje a Moscú del exanalista de
inteligencia estadounidense Edward Snowden en su ruta a Ecuador, país donde
solicita asilo para escapar de lo que considera una persecución política por
parte de EE.UU., que lo requiere por la filtración de la información sobre el
programa de vigilancia telefónica y de internet que mantenía en secreto
Washington.
El largo periplo que debe realizar Snowden para finalmente llegar a Quito
promete generar un terremoto diplomático, que podría dejar seriamente dañadas
las relaciones de EE.UU. con China y Rusia, en primer lugar, y con Ecuador, en
última instancia.
Cada escala que haga el informante, al que Washington acusó oficialmente de
espionaje por la revelación del plan de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA,
por sus siglas en inglés), será un punto más en una crisis en la que Washington
luce maniatado.
China se lava las manos
En EE.UU. muchos analistas han estado comentado que Hong Kong, donde Snowden
estuvo desde mayo antes de dar su información a los diarios The Guardian y The
Washington Post, dejó ir al estadounidense por un "tecnicismo" en la formulación
de la solicitud de extradición.
Hong Kong dejó ir a Snowden y se ahorro problemas mayores con
Washington.
Así, aprovechando que no había una orden internacional de captura en manos de
Interpol, las autoridades permitieron que Snowden saliera de la ciudad rumbo a
Rusia, mientras pedían más detalles sobre la solicitud al gobierno
estadounidense.
En este caso Pekín puso en práctica para su beneficio el principio de "un
país, dos sistemas" y dejó en manos de la antigua colonia británica y su sistema
legal relativamente autónomo el manejo del caso, aprovechando para deshacerse de
lo que amenazaba convertirse en un punto contencioso entre ambos países.
Claro que en Washington muchos responsabilizarán al gobierno central chino de
lo sucedido y dejarán bien anotado el "agravio", aun cuando reconozcan que el
daño es mucho menor de lo que habría sido si los chinos le hubieran dado asilo
político a Snowden.
Rusia también evitó entrar en una dinámica de confrontación directa con
Washington, pero al permitirle el tránsito por su territorio sin problemas
aprovecha para dar una declaración de principios.
Ciertamente no en el aspecto de la libertad de información o de expresión,
sino en el permanente pugilato con el antiguo enemigo de la Guerra Fría.
Washington sabe que las cosas con el Moscú de Vladimir Putin nunca son
fáciles y por tanto su manejo del caso no debe resultar sorprendente, dado el
poco éxito que parece haber tenido el presidente Barack Obama en "relanzar" las
relaciones con Rusia.
La diferencia sobre qué hacer en Siria es ahora el principal punto de roce
bilateral, a lo que lo de Snowden se sumará como un "pie de página" con el que
Moscú dejará clara su autonomía frente a las aspiraciones estadounidenses.
Ecuador en el medio
La Habana y Caracas son otras dos capitales con las que el gobierno
estadounidense tiene complejas relaciones, casi inexistentes en el caso de Cuba
y permanentemente a punto de quiebre en el de Venezuela.
Un "toque técnico" de Snowden les serviría como demostración de solidaridad
con los "revolucionarios del mundo" que, como el estadounidense fugitivo,
estarían plantando cara a los desmanes imperiales.
El gobierno de Correa podría entrar en rumbo de colición con el
de EE.UU.
Ecuador en cambio se pone en el medio de la tormenta y eleva su perfil como
país que busca presentarse a si mismo como respetuoso de las libertades, pese a
que el gobierno de Rafael Correa tiene varios señalamientos en contrario, sobre
todo en lo relativo a la libertad de expresión.
De hecho, el pedido de asilo de Snowden coincide con la entrada en vigencia,
este lunes, de una polémica Ley de Comunicación, que ha enfrentado al gobierno
de Rafael Correa con varios sectores de la prensa ecuatoriana.
El que Quito le diera asilo a Julian Assange y refugio en su embajada en
Londres, no ayudó a enmendar las relaciones con Washington que en el pasado
sufrieron por la retórica anti-imperialista de Correa y su estrecha alianza con
el fallecido presidente Hugo Chávez de Venezuela.
Ecuador otorgó el asilo al fundador de WikiLeaks en el entendido de que el
pedido de extradición que hacía Suecia a Reino Unido, sólo buscaba facilitar una
eventual entrega de Assange a los estadounidenses por la publicación en 2010 de
cientos de miles de documentos secretos y diplomáticos del gobierno de
EE.UU.
Las relaciones entre Quito y Washington sufrieron como consecuencia y en las
últimas semanas se había notado un acercamiento entre ambas capitales, pero con
Snowden eventualmente en territorio ecuatoriano esos vínculos volverán a
agriarse.
Hay una gran diferencia entre Snowden y Assange y es que mientras el
australiano no es solicitado formalmente, todavía, por la justicia
estadounidense, el primero sí lo es y además con un cargo muy serio que al final
equivale a una acusación de traición a la patria.
Por eso es previsible que el gobierno de Barack Obama hará todo lo posible
para hacer que entreguen a Snowden ejerciendo los recursos legales disponibles,
como el tratado de extradición bilateral y, posiblemente, presiones no tan
públicas ni tan diplomáticas