Marie-Monique Robin
documentalista y periodista: "El cáncer, la infertilidad y la diabetes son por
la comida"
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/06/11/comemos-veneno-el-cancer-la-infertilidad-y-la-diabetes-son-por-la-comida-122753/
“El aumento de enfermedades crónicas
como la obesidad, la diabetes y el cáncer está directamente relacionado con los
alimentos que comemos. Las hormonas sintéticas presentes en los fertilizantes y
pesticidas que entran en contacto con la comida son muy peligrosas para la salud
y no suelen detectarse en los análisis toxicológicos, por lo que se invalida el
principio de que la ‘dosis hace el veneno’”.
Con esta advertencia a modo de carta de
presentación, la galardonada documentalista y periodista Marie-Monique Robin nos
introduce en el mundo de la agroindustria, su campo de investigación desde hace
más de una década, y sobre el que versa su último ensayo: Las cosechas del
futuro. Cómo la agroecología puede alimentar al mundo
(Península).
Una obra fruto del análisis comparativo
de diversos sistemas de producción alimentaria que, en sintonía con otras
anteriores como Nuestro veneno cotidiano y El mundo según Monsanto, cuestiona el
mito de que la bajada del precio de los alimentos o de que el fin del hambre en
el mundo solo son posibles mediante la producción industrial de
alimentos.
La principal novedad que aporta la
autora gala con este último libro es que existe una alternativa demostrable,
“más sobresaliente de lo que creía antes de iniciar la investigación”, y que se
llama agroecología.
La transición de la agroindustria a la
agroecología todavía es posible, explica Robin, pero aun existiendo la voluntad
política necesaria para propiciar los cambios legislativos que la permitan,
“llevará muchos años descontaminar las tierras y las aguas subterráneas hasta
poder producir alimentos sanos”.
Es por ello que urge, en primer lugar,
limitar el uso de pesticidas y transgénicos. “España es el país más permisivo de
la UE con el cultivo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y la
comercialización de otras sustancias tóxicas, como el bisfenol A que otros
lugares como Francia está prohibido”.
Una permisividad, alerta la autora gala,
con unas consecuencias más que visibles: “Las parejas españolas son las que más
problemas tienen de infertilidad en toda la Europa, que afecta a una de cada
cuatro”.
Al mismo tiempo, los cánceres de cerebro
y la leucemia están creciendo a un ritmo anual del uno al tres por ciento entre
los niños, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que
ponen también de relieve el auge del origen fetal de las enfermedades en la edad
adulta (presuntamente por el tipo de alimentación de la
gestante).
“La propia Autoridad Europea de
Seguridad Alimentaria (EFSA) ya se está dando cuenta de estas consecuencias y
reconociendo las deficiencias del principio toxicológico de que 'la dosis hace
el veneno’ debido a las indetectables hormonas sintéticas, como demuestra la
mayoría de literatura científica sobre esta cuestión”, apunta
Robin.
El cenit del petróleo lo será también de
la comida barata
Tradicionalmente se ha relacionado el
bajo coste de los alimentos con los monocultivos, el uso de pesticidas y
fertilizantes para reducir las plagas, así como otras técnicas modernas de
producción a gran escala. Sin embargo, Robin afirma que “los precios de los
alimentos que compramos en el supermercado son completamente falsos porque no
incluyen los costes directos ni los indirectos”.
Los gastos derivados del tratamiento de
las aguas contaminadas, del pago de las tasas por los gases de efecto
invernadero, de las subvenciones (para el gasóleo, para exportar o directamente
de la Política Agraria Común de la UE), así como de los sistemas públicos de
salud, por el aumento de enfermos crónicos, son algunos de los costes asociados
a la agroindustria que no se incluyen el precio de origen.
“Si sumamos todos estos costes a los
productos en origen, su precio subiría y serían más caros que los ecológicos”.
Además, añade Robin, más de la mitad del precio está engordado por los
intermediarios y finalistas.
Una realidad de la que no estamos muy
lejos, según la autora gala, para quien antes o después tendrá que dispararse el
precio de la comida, ya sea por el fin de las subvenciones (como se prevé con la
PAC), por la creciente especulación bursátil con las materias primas en los
mercados de futuro, o por el no menos inminente encarecimiento de los
combustibles fósiles como el petróleo y el gas, debido a su
cenit.
Los productos químicos utilizados en la
agroindustria se elaboran a partir de petróleo y gas, por lo que un aumento en
el precio de estos recursos, junto a la escasez de agua, pondría a la
agroindustria en la encrucijada. “Esta es la gran debilidad de las industrias
alimentarias.
Se sustentan sobre un modelo que depende
de los combustibles fósiles, y está claro que el precio de éstos será cada vez
mayor, por lo que el de los alimentos será parejo. No tiene sentido que la
alimentación en el mundo dependa de la producción de petróleo en una región tan
convulsa como es Oriente Medio”, lamenta Robin.
Alimentos saludables en un mundo
sostenible
Las perniciosas consecuencias para la
salud y el medio ambiente de la agricultura industrial, así como la crónica de
una muerte anunciada que Robin comenzó a describir antes incluso de que se
produjesen las primeras crisis alimentarias en Latinoamérica (relacionadas con
los biocarburantes) han llevado a la francesa a recorrerse el mundo en busca de
alternativas ecológicas.
Después de estudiar diferentes técnicas
agroecológicas pudo comprobar que su rendimiento puede ser mayor que con
técnicas propias de la agroindustria.
“Muchas veces, cuando hablamos de agroecología
pensamos que se trata de volver a las técnicas empleadas por nuestros abuelos.
No es así, se trata de prácticas mucho más complejas que dependerán de la zona
geográfica donde se desarrollen, del tipo de cultivo o del tipo de tierra”,
explica la autora.
Sin embargo, Robin sí pudo comprobar que
todos ellos coincidían en un principio básico: la complementariedad. “Se trata
de un principio común mediante el que se busca complementar la biodiversidad del
medio, mediante rotación de cultivos o interfiriendo en los ciclos biológicos de
los insectos, para prevenir plagas y aumentar la producción”.
La demanda de productos ecológicos por
parte de los consumidores ha aumentado proporcionalmente al deterioro de la
cadena alimentaria, “pero la oferta todavía no llega para abastecerlos a todos”,
apunta Robin. Para hacerla extensiva a todo el mundo no llega con la
concienciación del consumidor, que al fin y al cabo es el que más poder detenta
con sus decisiones de compra, sino que se necesitan medidas políticas
concretas.
Entre las propuestas más urgentes para
facilitar el cambio, la periodista cita “la prohibición de la especulación con
alimentos, el fomento de la soberanía alimentaria mediante una férrea protección
de los mercados y agricultores locales, y el acortamiento de las cadenas de
distribución buscando conexiones directas entre consumidores y
productores”.
Solo mediante la eliminación de los
intermediarios y finalistas, explica la francesa, el precio de los alimentos
orgánicos se reduciría hasta en un 90%”. Las bases para posibilitar un cambio de modelo están
puestas “desde hace muchos años”, pero de no iniciarse una pronta transición,
advierte Robin, “no podremos anticiparnos a las crisis alimentarias que
resurgirán en cualquier momento”.
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