Merkel hará regalos electorales por valor de 30.000
millones de euros
Los recortes de la dirigente de puertas afuera chocan con lo que hace en su
país | Cobrar las ingentes sumas que el sistema financiero
tiene en España, Grecia...
Una campaña de imagen en Europa, con medidas simbólicas, y
apenas financiadas, contra el paro y una reconstrucción más aparente que real
del maltrecho eje franco-alemán, y regalos electorales para los alemanes por
valor de 30.000 millones para lubricar su campaña electoral. Tal es, por ahora,
la táctica de la canciller Angela Merkel para afianzar en
septiembre su segura reelección a un tercer mandato al frente de Alemania.
En total serán 28.500 millones de euros, informaba ayer la prensa alemana,
una lluvia de dinero para cubrir algunos agujeros del Estado social alemán, aún
robusto pese a los recortes realizados hasta 2005. Una parte, 7.500 millones,
se destinará a aumentar las ayudas a las familias con hijos. Otros 12.500
millones se gastarán en un nuevo compromiso que Merkel asumirá en su campaña:
aumentar y mejorar las jubilaciones para las madres de familia, así como las
retribuciones de las pensiones por los años dedicados a la capacitación
laboral.
Las cifras las baraja el diario económico Handelsblatt, que cita como
fuente las conversaciones preliminares sobre la campaña que Merkel ha mantenido
últimamente con su equipo. Además, se prevén diversas inversiones en
infraestructuras por valor de mil millones de euros.
De nuevo aparece la paradoja de que los recortes pregonados por Merkel de
puertas afuera no se corresponde con lo que la canciller practica en su país.
Merkel no ha recortado casi nada. El trabajo se lo hicieron sus adversarios
socialdemócratas y verdes cuando estuvieron en el Gobierno, entre 1998 y 2005.
Ella vive de rentas y de lo único que se preocupa es de que se cobren las
ingentes cantidades de dinero que el sistema financiero alemán tiene en riesgo
en países como España, Irlanda, Grecia, Portugal y otros.
Ese dinero en riesgo incluye a los fondos de pensiones y seguros sociales
que los ahorradores alemanes colocaron en su día en las alegres fantasías
inmobiliarias españolas, irlandesas o estadounidenses, por lo que la prioridad
de cobrar, aunque sea a costa de la asfixia de las clases medias y bajas de los
socios europeos, representa la base de la estabilidad del sistema
financiero alemán.
Si todo eso está más o menos claro, pese a la enorme opacidad que Alemania
mantiene sobre las cuentas de sus bancos, la gran pregunta es qué pasará
después de las elecciones. Pese a su fama de inflexible, Merkel ha cedido en
diversas ocasiones. Tarde y mal, con Grecia, con la “garantía ilimitada” del
BCE, etcétera, pero ha cedido. ¿Sucederá algo más radical, a la medida de la
creciente degradación europea, después de que la canciller se afiance por otros
cinco años en el poder?
El año pasado “los cinco sabios”, el consejo económico que asesora al Gobierno, defendió incluso la posibilidad de mutualizar las deudas cuando estas superen el 60% del PIB del país en cuestión. Lo que es obvio es que en su estado actual las deudas no se pueden pagar –no disminuyen, sino que aumentan– y que el nivel de paro, en países como España, está destrozando todas las instituciones nacionales y comprometiendo todo propósito de estabilidad social y política.
Sea como sea, la pregunta sobre un cambio de actitud en Alemania va a
acompañar la crónica de los próximos meses. Para que se produzca será necesario
no sólo un cambio de estrategia sino también una decisión enérgica de la
canciller, que en el 2011 ya dio un giro de 180 grados en materia nuclear tras
el accidente de Fukushima, dicen los optimistas.
Mientras, uno de los principales secretarios de Merkel, su ministro de Estado para la Cancillería, Eckart von Klaeden, ha causado sensación por firmar el contrato de su próximo trabajo: será el jefe lobbista del gigante del automóvil, Daimler-Benz (Mercedes). Von Klaeden, de 47 años, pasará a ser director de política y relaciones exteriores del consorcio automovilístico. A los críticos que le exigen que deje el Gobierno de inmediato, Von Klaeden les responde que quiere “concluir ordenadamente su trabajo”.
Mientras, uno de los principales secretarios de Merkel, su ministro de Estado para la Cancillería, Eckart von Klaeden, ha causado sensación por firmar el contrato de su próximo trabajo: será el jefe lobbista del gigante del automóvil, Daimler-Benz (Mercedes). Von Klaeden, de 47 años, pasará a ser director de política y relaciones exteriores del consorcio automovilístico. A los críticos que le exigen que deje el Gobierno de inmediato, Von Klaeden les responde que quiere “concluir ordenadamente su trabajo”.
“¿Puede un secretario de Estado concluir ordenadamente su trabajo cuando ha
sido fichado por un consorcio como jefe lobbista frente al Gobierno al que se
debe?”, se pregunta el analista Wolfgang Lieb. El Gobierno alemán tiene una
larga tradición de favorecer a la industria del automóvil, un gran poder
nacional.
“Los ciudadanos no deberían tener la impresión de que Daimler-Benz tiene un
puesto en el consejo de ministros”, dice el portavoz parlamentario del SPD
Thomas Oppermann, que pide la salida de Von Klaeden del Gobierno. Lo mismo
opina Jochen Bäume, de la presidencia de la organización anticorrupción
Transparency International.
El secretario de Estado ha recibido ese contrato, “únicamente por las
buenas relaciones que tiene en el Gobierno y en la cancillería, Daimler-Benz
funciona sobre una estrecha red personal y sólo por esa razón le ha hecho la
oferta”, dice Bäume, según el cual en Alemania no hay reglas claras sobre el
pase de ministros a la empresa privada.
Los partidos del Gobierno se han preocupado de bloquear en el Bundestag las
iniciativas por una mayor transparencia y control de los lobbies en el
Gobierno. El SPD propone que no se ocupe puestos en la empresa privada hasta
año y medio de la salida del Ejecutivo, pero la comunicación entre
responsabilidades públicas y negocios afecta también de pleno a los partidos de
la oposición.