La rara muerte del 'cerebro' de la Operación Pitiusa justo antes de sentarse en el banquillo
En toda historia de espías, uno de los elementos recurrentes es el de la supuesta muerte del cerebro de la trama. Y eso no sólo en la ficción: en la vida real parece que sucede lo mismo. La Operación Pitiusa, que permitió desarticular la mayor red de venta de datos confidenciales de España, ya tiene su superespía desaparecido. Se trata de Juan Antonio Rama, el cerebro más importante de la organización, desarticulada en mayo de 2012, y que tenía que presentarse en Barcelona este lunes.
Esta red investigó a importantes empresarios o ejecutivos, al marido de María Dolores de Cospedal, Ignacio López del Hierro, , a Telma Ortiz, hermana de la Princesa Letizia, o a potentes políticos y empresarios andaluces . En muchos de estos espionajes se había utilizado a Matías Bevilacqua, un hacker que colaboraba ocasionalmente con el CNI.
De Rama, señalaba la Policía en uno de sus informes, “es considerado por los investigadores todo un referente y eje principal a través del cual gira la mayor parte de la red de tráfico de datos con destino a un amplio segmento de detectives privados, cuyo modelo de actuación tiene un marcado carácter de negocio jurídico profesionalizado entre el tejido de detectives privados de toda España (clientes) y quienes tienen acceso directo a la información real (funcionarios, operadores de telefonía, etcétera)”.
Y en otro informe señalaban: “Juanito ocupa un escalón superior en la trama de comercialización de información, informes comerciales, obtención, cesión y comercialización ilícita de datos reservados de carácter personal con fines lucrativos con una trascendencia desmedida, conducta en la que intervienen terceras personas relacionadas con entidades públicas y agencias privadas de ‘información e investigación comercial’, realizando una labor de intermediación entre el demandante y la fuente poseedora de los datos confidenciales contando para ello con una amplia red de intermediarios e informadores repartidos por todo el territorio y en puntos estratégicos de la Administración pública, operadoras de telefonía, agencias forales, etcétera”.
Y más: en otro informe subrayan que obtienen datos confidenciales de cualquier ciudadano o empresa “comprando la voluntad de funcionarios públicos y de particulares”. Y añade que, junto a otros intermediarios, “corrompía a funcionarios de la AEAT, Seguridad Social, Policía, Guardia Civil, Catastro, Estadística, etcétera”.
Comienzan los interrogatorios
Juanito, como era conocido en los círculos de la investigación privada, tenía que sentarse en Barcelona este lunes ante la justicia. El fiscal Pedro Horrach abandonó por una semana el caso Urdangarin y se desplazó a la ciudad catalana para tomar declaración a una parte de los implicados en la Operación Pitiusa, puesto que este sumario también depende de él.
En realidad, hay más de 180 personas imputadas entre funcionarios, trabajadores de operadores de telefonía, detectives, empresarios e intermediarios. Y para facilitar el juicio, el caso se ha dividido en 9 piezas diferentes dependiendo de los delitos que se imputan a los acusados. Esta semana, debían prestar declaración 51 personas acusadas de tráfico de datos reservados. Se trata de la primera pieza. Y se pretende que la toma de declaraciones pueda estar lista para mayo o junio, fecha en que se quiere abrir juicio oral.
La estrella de esta primera tanda de comparecencias, pues, iba a ser Juanito. Pero no pudo ser. Días antes, sus representantes llevaron al juez una esquela, una nota de prensa y una noticia impactante: Juan Antonio Rama había muerto el pasado 16 de enero, un mes antes de comenzar el baile de declaraciones.
Foto: El Correo Bizkaia.
La esquela aparecida en un periódico con fecha de 18 de enero es muy escueta. Da cuenta del óbito y convoca para el funeral en la iglesia del Carmen de la plaza Indautxu de Bilbao el día 20 del mismo mes. "Me interesé por asistir y me desplacé hasta la iglesia para confirmar, pero me dijeron que para ese día no tenían previsto ningún funeral. Es una cosa muy extraña”, explica a El Confidencial una persona que le conoció.
La extraña historia de un virus
Un detective amigo de Rama explica a este diario que “todo este asunto es muy extraño. Hablé con él por Navidad. Me dijo algo así como que se había realizado un chequeo y que estaba fenomenal de salud. Cuando me enteré de su muerte, hablé con la familia y me dijeron que tuvo una extraña infección por virus y que en el plazo de una semana se murió. Así, de repente”.
Otra fuente señala que “a nadie le interesaba que Juanito se sentase a explicar quién le encargaba cosas y a quién se las encargaba él. Pero también es verdad que, con los contactos que tenía, le sería infinitamente fácil simular su muerte y continuar operando con otro nombre”. Y otro detective subraya que “hablé con la familia y me dijeron que lo habían incinerado, por lo que, aun en el caso de que hubiese que investigar esa extraña muerte, no se podría porque no existe ya el cuerpo”.
Lo cierto es que Rama llegaba donde nadie podía llegar. Cualquier dato confidencial estaba a su alcance. Y no sólo tenía relaciones directas con funcionarios de Hacienda o personal de operadoras, sino que echaba mano de sus contactos en el propio CNI para traficar con datos confidenciales, ya fuesen de empresas o de personas físicas.
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