Los robos obligan a los agricultores a convertirse en 'policías del campo'
Los robos que se vienen registrando en explotaciones agrarias y ganaderas
están poniendo en peligro la continuidad de la actividad porque muchos afectados
tienen dificultades para arreglar los daños y reponer el material
robado
Los robos
obligan a los agricultores a convertirse en 'policías del campo'
Elisa Laderas
Los robos que se vienen registrando en explotaciones agrarias y ganaderas están poniendo en peligro la continuidad de la actividad porque muchos afectados tienen dificultades para arreglar los daños y reponer el material robado que, en ocasiones, acaba vendiéndose en Marruecos.
Los reiterados robos y los daños que causan para realizarlos han obligado a replantearse el modo de vida y, por ejemplo, un ganadero de Almagro (Ciudad Real) ha vendido el ganado y deja su finca para buscarse "las habichuelas" en otra ciudad después de que, en apenas dos meses consecutivos, le hayan robado dos generadores.
El ganadero, al que la última vez también le "apalearon" los perros, tuvo que desembolsar unos 10.000 euros para poder sustituir los generadores, una cantidad que es imposible de afrontar porque supone casi el salario de un año.
Además, dice, está el desgaste y la tensión emocional que conlleva la incertidumbre de poder sufrir otro robo y de no saber qué "te vas a encontrar cuando vayas a la explotación".
La impotencia es generalizada entre los agricultores, que han decidido crear patrullas nocturnas en muchos municipios de Castilla-La Mancha, como ocurre en Valdepeñas, para disuadir a los ladrones, que en un año han robado unos 30 motores, 12 de ellos en los dos últimos meses, en distintas explotaciones del término municipal, que tiene una extensión de 49.000 hectáreas.
Las patrullas están compuestas por varios agricultores que se distribuyen el trabajo por zonas que van alternando para poder cubrir todas las explotaciones, explicó uno de sus miembros, Pablo Alcaide, quien destacó la colaboración de la Policía Nacional y criticó la "falta de apoyo" del Ayuntamiento, que cuenta con tres guardas rurales, y de la Policía Local, que hace años contaba con una Unidad Rural.
La presencia de las patrullas disuade también a los ladrones que, a juicio de Alcaide, "no son tontos y no se van a arriesgar a ir por zonas que saben que están vigiladas", lo que les obliga a desplazarse a otros municipios donde no haya problemas y poder campar a sus anchas".
Entre los agricultores que seguirán vigilando las explotaciones hasta que empiece la vendimia hay varios afectados, entre ellos Aquilino López de Lerma, que lleva sufriendo robos desde hace cuatro años, el último el pasado mes de mayo, cuando le sustrajeron un grupo electrógeno valorado en 6.000 euros y que decidió sustituir por placas solares.
Los reiterados robos de gasoil, baterías y cable que ha venido sufriendo durante este tiempo le han generado una "gran impotencia y psicosis", reconoció el agricultor, que aseguró que no puede estar tranquilo hasta que llega cada mañana a la finca.
Esta misma sensación también la están viviendo otros viticultores, como José Blanco, José Antonio Delgado y Tomás Ruiz, que demandan la modificación del Código Penal para endurecer la pena por este tipo de delitos que, subrayan,"no interesa a los políticos".
A todos ellos les han robado grupos electrógenos para el riego por valor de miles de euros, entre los 3.000 y los 9.000 euros, según la antigüedad del motor, y causado numerosos daños en sus explotaciones.
La mayoría de los motores robados son de la marca Deutz, por lo que los agricultores, lejos de pensar que puede tratarse de una casualidad, consideran que hay detrás "redes organizadas" que venden los motores, "motu proprio o por encargo", en el norte de África, especialmente en Marruecos, porque "el monopolio de esa marca lo tiene una empresa de repuestos de la Casa Real marroquí, lo que les permite encontrar las piezas que necesitan y venderlos sin problemas", suponen.
"Algunos de los motores robados puede que se vendan en España, pero imposible que las miles de unidades que se roban a lo largo del año se vendan aquí, porque sería un verdadero escándalo", además de "prácticamente imposible que se puedan colocar", subrayaron.
FUENTE
Los robos que se vienen registrando en explotaciones agrarias y ganaderas están poniendo en peligro la continuidad de la actividad porque muchos afectados tienen dificultades para arreglar los daños y reponer el material robado que, en ocasiones, acaba vendiéndose en Marruecos.
Los reiterados robos y los daños que causan para realizarlos han obligado a replantearse el modo de vida y, por ejemplo, un ganadero de Almagro (Ciudad Real) ha vendido el ganado y deja su finca para buscarse "las habichuelas" en otra ciudad después de que, en apenas dos meses consecutivos, le hayan robado dos generadores.
El ganadero, al que la última vez también le "apalearon" los perros, tuvo que desembolsar unos 10.000 euros para poder sustituir los generadores, una cantidad que es imposible de afrontar porque supone casi el salario de un año.
Además, dice, está el desgaste y la tensión emocional que conlleva la incertidumbre de poder sufrir otro robo y de no saber qué "te vas a encontrar cuando vayas a la explotación".
La impotencia es generalizada entre los agricultores, que han decidido crear patrullas nocturnas en muchos municipios de Castilla-La Mancha, como ocurre en Valdepeñas, para disuadir a los ladrones, que en un año han robado unos 30 motores, 12 de ellos en los dos últimos meses, en distintas explotaciones del término municipal, que tiene una extensión de 49.000 hectáreas.
Las patrullas están compuestas por varios agricultores que se distribuyen el trabajo por zonas que van alternando para poder cubrir todas las explotaciones, explicó uno de sus miembros, Pablo Alcaide, quien destacó la colaboración de la Policía Nacional y criticó la "falta de apoyo" del Ayuntamiento, que cuenta con tres guardas rurales, y de la Policía Local, que hace años contaba con una Unidad Rural.
La presencia de las patrullas disuade también a los ladrones que, a juicio de Alcaide, "no son tontos y no se van a arriesgar a ir por zonas que saben que están vigiladas", lo que les obliga a desplazarse a otros municipios donde no haya problemas y poder campar a sus anchas".
Entre los agricultores que seguirán vigilando las explotaciones hasta que empiece la vendimia hay varios afectados, entre ellos Aquilino López de Lerma, que lleva sufriendo robos desde hace cuatro años, el último el pasado mes de mayo, cuando le sustrajeron un grupo electrógeno valorado en 6.000 euros y que decidió sustituir por placas solares.
Los reiterados robos de gasoil, baterías y cable que ha venido sufriendo durante este tiempo le han generado una "gran impotencia y psicosis", reconoció el agricultor, que aseguró que no puede estar tranquilo hasta que llega cada mañana a la finca.
Esta misma sensación también la están viviendo otros viticultores, como José Blanco, José Antonio Delgado y Tomás Ruiz, que demandan la modificación del Código Penal para endurecer la pena por este tipo de delitos que, subrayan,"no interesa a los políticos".
A todos ellos les han robado grupos electrógenos para el riego por valor de miles de euros, entre los 3.000 y los 9.000 euros, según la antigüedad del motor, y causado numerosos daños en sus explotaciones.
La mayoría de los motores robados son de la marca Deutz, por lo que los agricultores, lejos de pensar que puede tratarse de una casualidad, consideran que hay detrás "redes organizadas" que venden los motores, "motu proprio o por encargo", en el norte de África, especialmente en Marruecos, porque "el monopolio de esa marca lo tiene una empresa de repuestos de la Casa Real marroquí, lo que les permite encontrar las piezas que necesitan y venderlos sin problemas", suponen.
"Algunos de los motores robados puede que se vendan en España, pero imposible que las miles de unidades que se roban a lo largo del año se vendan aquí, porque sería un verdadero escándalo", además de "prácticamente imposible que se puedan colocar", subrayaron.
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