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lunes, 3 de febrero de 2014

ESPAÑÁ: LA MEJORIA DE LA BANCA SE PUEDE VOLVER PARADOJA Y PROVOCAR UNA CADENA DE SUSPENSIONES DE PAGOS


Paradoja: la mejoría de la banca puede provocar una cadena de suspensiones de pagos

Las entidades financieras endurecen las condiciones para refinanciar los créditos


Paradoja: la mejoría de la banca puede provocar una cadena de suspensiones de pagos
El sentido común parece indicar que cuanto más saneado esté el sistema financiero español, mejor fluirá el crédito hacia las empresas y familias y menores serán las dificultades de todos los actores para mantener su actividad. Y aunque es así en términos generales, también es cierto que podemos haber entrado ya en una zona de transición, la que va desde las tinieblas de la crisis a la claridad de la recuperación económica, en la que puede producirse una auténtica oleada de suspensiones de pagos de empresas. Procedimientos preconcursales o concursales, que lo mismo da, que no son sino el velatorio que precede al funeral de muchas empresas zombis. Esto es, empresas que en realidad fallecieron hace ya tiempo, víctimas de la crisis, de su propia obsolescencia o de una combinación de ambos factores y que se han mantenido de pie por medios artificiales. Plantilla, acreedores y clientes se desayunan muchos días con la desagradable noticia de que a "su" empresa se le ha parado el corazón, que no es otra cosa que la caja.
El catedrático de la London School of Economics, Luis Garicano, ha definido a la perfección en su último libro - 'El Dilema de España'- la interpretación que todavía hoy tenemos sobre el concepto "reestructuración de deuda" de las empresas. "Las empresas y bancos zombis -dice Garicano- saben que están quebrados y se dedican a reestructurar los préstamos para evitar reconocer las pérdidas. Supongamos que me debe usted un millón de euros. Si me declara que no me los puede pagar, me hunde. Pero con los tipos al 2 por ciento, yo le puedo prestar 20.000 euros este año para que usted 'me pague' los intereses, con lo que incrementamos un poquito el préstamo y sigue usted 'corriente', aunque en realidad no me esté pagando nada. El problema es que esto supone que el crédito se les corta a los buenos deudores para seguir manteniéndoselo a los malos".
En ese esquema, muchas empresas con pérdidas recurrentes, con claros problemas de calidad, producto, mercado e incluso de gestión, han sobrevivido durante años de forma artificial, tan sólo sostenidas por un endeudamiento desmesurado que no son capaces de amortizar, pero que han conseguido refinanciar de forma milagrosa. En muchas empresas había llegado a instalarse la creencia de que los créditos no se devuelven, tan sólo se estiran de forma indefinida sus plazos de vencimiento o, en el mejor de los casos, se incrementan.
Algunos de los procedimientos concursales de las últimas semanas parecen responder a una nueva situación. Muchos de los que están a la vuelta de la esquina, también. Los bancos, al menos algunos, han comenzado a ponerse realmente duros cuando se les acerca una empresa con problemas, para pedir más ayuda financiera. O si antes estaban duros, ahora están intransigentes. Hasta ahora sucedía lo que define Garicano. Una estrategia compartida para mantener en pie todas las bicicletas: la de la empresa y la de la entidad. Pero el sector financiero español ha mejorado de forma notable su posición. Las ayudas del Gobierno y del Fondo de Garantía de Depósitos -63.000 millones en total-, han permitido a algunas entidades, como es el caso de Bankia, flotar de nuevo y comenzar a pensar en un futuro próspero. La recapitalización a pulmón -como es el caso del Banco Popular- ha permitido a otros ganar oxígeno, al tiempo que los más saneados han dedicado los beneficios de los últimos años a sanear las sentinas y tapar agujeros en el casco de la nave. Junto a ello, las nuevas normas del Banco de España, que obligan a provisionar los créditos sometidos a reestructuración -que es tanto como considerar que se han perdido-, permiten clarificar el escenario. A la cuenta de resultados de la banca le ha empezado a sentar igual de mal renegociar un crédito que darlo por perdido, de ahí que en muchos casos comience a ganar cuerpo la temida frase para muchos empresarios: "Hasta aquí hemos llegado. No hay más crédito para ti. Ni un euro más de riesgo".
Y ahora, los bancos comienzan a manejar con más soltura la palabra "no", porque se sienten algo más fuertes y sus balances son capaces de soportar, con ligeros temblores pero sin riesgo de derrumbe, la quiebra de algunas compañías que tienen los pies de barro. Ahora, sólo falta esperar que se dé la vuelta el final de la definición de Garicano y cortar el crédito a los malos deudores signifique que el dinero llegará a los buenos.