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viernes, 8 de noviembre de 2013

F. MOLINA, DECANO DE LA UAM: "EN MATERIA PENAL MUCHAS VECES SE LEGISLA SEGUN LA PORTADA DEL PERIODICO"


Fernando Molina, decano de la UAM: “En 

materia penal muchas veces se legisla según la 

portada del periódico”


Fernando Molina, decano de la UAM
Manejar más con menos. Es la complicada tarea a la que se enfrenta cada día el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), quien afirma que tras el recorte de presupuesto han tenido que acudir a la caja de reserva para seguir garantizando el nivel de formación de los alumnos y, evitar, a través de becas propias, que algunos futuros abogados se vean obligados a abandonar los estudios por falta de medios. Fiel defensor de la educación pública y del papel investigador que juegan las universidades, Fernando Molina, catedrático de derecho penal, aboga por que los partidos políticos dejen de cambiar leyes cada vez que llegan al poder y alcancen, de una vez por todas, pactos de Estado en temas tan importantes como la educación, la sanidad o la justicia.
El sector de la abogacía está cambiando mucho en los últimos años. ¿Qué formación exigen los despachos a las universidades en la actualidad?
Sí, en el sector de la abogacía han cambiado algunas cosas como, por ejemplo, la internacionalización de los despachos, mientras que el volumen de trabajo y el número de profesionales se ha multiplicado. Cuando yo estudiaba, los bufetes eran individuales y con poca gente. Ahora hay despachos enormes. También han venido muchas firmas internacionales a instalarse a España.
Los mejores despachos piden para nuestros licenciados y graduados un perfil internacional cada vez más marcado. Nos demandan, además, licenciados con mucha formación, que no sólo sepan derecho sino también otras cosas. En la Autónoma tenemos un doble grado de derecho y administración de empresas, ya que los bufetes valoran mucho esa doble preparación. También tenemos la doble formación en derecho y ciencia políticas. Requieren también un nivel de inglés muy alto, lo cual indica que se mueven en un terreno que no es el local. Además, buscan un perfil de gente con capacidad para trabajar en equipo, personas abiertas al mundo, que hayan participado en programas internacionales como Erasmus o en voluntariados. En resumen, el abogado que se demanda hoy en día es una persona con muy buena formación jurídica, complementada con formación en otros ámbitos, especialmente economía e idiomas.
Por lo que cuenta, la manera de formar a los abogados ha cambiado bastante en los últimos años.
La formación de los abogados ha cambiado como ha cambiado todo. Sobre todo después de la incorporación de España al Sistema de Bolonia, pero también ha cambiado porque el perfil de lo que nos demanda la sociedad se ha modificado. Nuestros programas atienden un poco más a esa preparación que luego los despachos valoran mucho. Y no sólo los despachos sino otras profesiones jurídicas. Hacemos un gran esfuerzo por integrar ese tipo de conocimientos que nos demandan dentro del propio plan de estudios. Una parte importante de nuestro plan son prácticas en despachos, juzgados y otras instituciones jurídicas.
¿Y es fácil conseguir practicas para tantos alumnos?
Somos una universidad grande pero con un tamaño que todavía se puede manejar con mucho esfuerzo y dedicación. Somos, además, pioneros en el tema de las prácticas. Llevamos muchos años estableciendo como obligatorias las prácticas -otras universidades lo están haciendo ahora-, por lo que tenemos un conjunto de relaciones importantes con los operadores jurídicos que nos permite facilitar a todos los alumnos prácticas. Es verdad que la colocación de los estudiantes cada vez se hace más complicada. Antes éramos pocos los que lo hacíamos y ahora lo hacen todos. Sin embargo, los que empezamos antes y contamos con una formación valorada por el mercado tenemos alguna ventaja.
Cada vez tenéis más competencia de las universidades privadas. ¿Cómo se lleva eso?
La competencia siempre es buena porque nos obliga a todos a ser más exigentes. Pero nos gusta que sea con armas similares. Por ello todas las universidades públicas hemos pedido que no se desatienda la financiación. La enseñanza es muy cara y queremos mantener el estatus que tenemos hasta ahora. La competencia con las universidades privadas es buena lo que pasa es que todavía en ciertos sectores es inexistente. La universidades tenemos dos grandes tareas: docencia e investigación. Las privadas han entrado con fuerza en docencia y, está claro, que están dando un servicio a la sociedad que debe valorarse muy bien. Pero en materia de investigación es otra cosa. Hoy por hoy la investigación se hace de forma, casi exclusiva -en algo menos del 95%-, en la universidad pública. No hemos visto todavía la voluntad de las universidades privadas en invertir en investigación, quizás porque es muy cara. Sólo da sus réditos a largo plazo y eso, quizás, es muy difícil de explicar en un consejo de administración que quieren ver los frutos pronto. En cambio, en las universidades públicas está asumido el coste y esfuerzo que supone la investigación. Es sabido que la inversión en un buen investigador tiene su rendimiento en un plazo de 15 años, cuando empieza a hacer sus grandes publicaciones.
Me imagino que los recortes también estará afectando a la investigación.
Han afectado, pero de forma desigual. Hay universidades que han sufrido más recortes que otras y también unas tenían mejor situación financiera que otras. La Autónoma, que es de la que yo puedo hablar, siempre ha llevado sus cuentas de una forma muy razonable, hasta tal punto que se puede decir que su situación económica es buena en estos momentos. Pero, indudablemente, los recortes nos están afectando muchísimo. Hemos tenido que acudir a reservas, reducir programas de investigación, salarios, becas… Todo esto, de nuevo, a corto plazo no se nota pero a largo sí. No se si el Gobierno se ha dado cuenta de ello. Hay unanimidad en toda la comunidad internacional dedicada a la investigación: el recorte puede causar un retroceso trágico para un país que con un esfuerzo titánico, hecho en los últimos años, había conseguido ponerse en un lugar que nunca había estado en materia de investigación.
¿Y en concreto cómo ha afectado el recorte presupuestario en el área de investigación de la facultad de Derecho de la Autónoma?
La investigación en el mundo de las ciencias sociales y especialmente en derecho es, evidentemente, más barata que en otras áreas. Es indudable que un buen profesor con una buena biblioteca y su mesa de trabajo puede seguir haciendo su investigación. Ha sido más trágico en otras universidades, como las de ciencias naturales, donde si no tienes una subvención para comprar determinados aparatos es imposible hacer una investigación en estos momentos. Podía hacerlo Newton en su momento con un lápiz y un bolígrafo pero ahora en el mundo de la ciencia, o uno dispone de aparatos costosísimos, o no puede avanzar nada. Nosotros lo notamos también porque tenemos muchos menos investigadores jóvenes y, desde luego, la buena investigación, y eso toda la comunidad lo sabe, se hace cuando uno es joven. En una institución como la universidad el no tener remplazo de investigadores jóvenes supone sencillamente aniquilarla.
Algunas universidades privadas presumen de que aunque son costosas son un seguro de cara a colocarse una vez finalizados los estudios. ¿Qué opina?
Radicalmente falso. Los mejores profesores, que suelen coincidir con los mejores investigadores, mayoritariamente están en la pública. Eso cualquiera lo diría. Los números uno de todas las ramas jurídicas están, todos o casi todos, en las universidades públicas y eso se nota.
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