La esposa del presidente del Congreso movió millones en negro con un banco de su familia que acabó intervenido
Blanca de la Mata, esposa de Jesús Posada, manejó 180 millones de pesetas en
dinero negro en 1988 a través de unos pagarés diseñados para esquivar a
Hacienda. Al cambio actual, descontada la inflación, equivalen a 2,5 millones de
euros
La familia política de la tercera autoridad del Estado gestionó a finales de los ochenta cientos de millones en efectivo mediante un banco del que eran accionistas: Eurocapital. Quebró en 1991, fue intervenido por el Banco de España y en él se descubrió una multimillonaria caja negra
Jesús Posada confirmó en un primer momento a eldiario.es que su esposa había regularizado con Hacienda esos millones, pero después lo ha negado
La familia política de la tercera autoridad del Estado gestionó a finales de los ochenta cientos de millones en efectivo mediante un banco del que eran accionistas: Eurocapital. Quebró en 1991, fue intervenido por el Banco de España y en él se descubrió una multimillonaria caja negra
Jesús Posada confirmó en un primer momento a eldiario.es que su esposa había regularizado con Hacienda esos millones, pero después lo ha negado
Cheques al portador llenos de ceros. Dinero negro. Un banco con
contabilidad en B que acabó quebrado, que tuvo que ser intervenido y que dejó un
agujero de 17.000 millones de pesetas. Y en medio de toda esta trama, una
familia aristócrata y multimillonaria con fuertes conexiones con la política:
los De la Mata y Pobes, dueños de una de las principales distribuidoras de
bebidas alcohólicas de España. La redacción de eldiario.es ha podido acceder a
una
relevante documentación inédita que demuestra la implicación de Blanca de la
Mata y Pobes –la esposa del hoy presidente del Congreso, Jesús Posada–, su madre
y sus hermanos en el manejo sistemático de dinero negro y en uno de los mayores
escándalos financieros de esa época: el caso Eurocapital.
España, 1988. La conciencia fiscal es escasa entre los más ricos.
Las grandes fortunas del país acuden de forma masiva a un refugio para el dinero
negro ideado por el propio Gobierno, de la mano del socialista Miguel Boyer, que
prefiere que al menos el capital no huya del país. Es una suerte de paraíso
fiscal sin salir de casa: unos pagarés del Tesoro opacos para el fisco, que no
tenían retención, que no pagaban impuestos, que apenas generaban rentabilidad y
que solo servían para mantener el dinero a mano, sin tener que guardarlo en el
colchón o fuera de España. El Estado vendía esos títulos y no hacía preguntas
sobre el origen del dinero.
Entre los millonarios que se benefician de estos pagarés se
encuentra Blanca de la Mata y Pobes, la esposa de Jesús Posada, que usó este
escondite fiscal de manera sistemática y continuada para evitar el pago de
impuestos durante el final de la década de los ochenta, según demuestra la
documentación a la que ha accedido eldiario.es.
La mujer de la hoy tercera autoridad del Estado es hija de Hilario
Pobes, marqués de Vargas, un título que ha heredado su hermano Pelayo. Entre
otras empresas, la familia es dueña de una importante bodega de vino y de una de
las mayores distribuidoras de bebidas
alcohólicas de España: Varma SA. Tras la muerte del padre, en 1976, Blanca y
sus hermanos tomaron las riendas del grupo. Según la documentación a la que ha
tenido acceso eldiario.es, toda la familia utilizó de forma constante y
sistemática estos opacos pagarés del Tesoro para esconder grandes sumas en
efectivo que, aparentemente, salían de las cuentas de la empresa familiar.
Blanca de la Mata no solo recurría a este refugio para el dinero
negro a través de Varma SA, una empresa que dirigía como miembro del consejo de
administración. También lo hacía a título individual, comprando estos pagarés en
un momento, 1988, en el que su marido, Jesús Posada, era el consejero de Fomento
en la Junta de Castilla y León bajo las órdenes de José María Aznar; al año
siguiente le sustituiría como presidente autonómico cuando Aznar fue designado
por Manuel Fraga como nuevo líder de la derecha española.
Todas las operaciones de Blanca de la Mata y sus hermanos se hacían
a través de una sociedad de inversión: Eurocapital. Durante 1988, la esposa de
Posada llegó a pedir a esta firma que invirtiera alrededor de 188 millones de
pesetas en estos pagarés opacos. Al cambio actual, una vez tenida en cuenta la
inflación, la cifra equivaldría a 2,5 millones de euros.
La bancarrota de Eurocapital
En 1991, esta sociedad de inversión protagonizó uno de los mayores
escándalos financieros de la época al quebrar
ella y su filial, el Banco
Europeo de Finanzas. El "chiringuito financiero" –como lo definieron en esos
años– fue intervenido por el Banco de España, que descubrió una contabilidad B
con una caja negra por valor de 5.000 millones de pesetas.
Una vez saneado, el banco fue vendido por una peseta a Unicaja.
En los años previos a la quiebra, esta entidad financiera tenía a
los Mata y Pobes entre sus principales accionistas: eran dueños de un 20% del
banco. El cuñado de Posada, José Manuel de la Mata, se sentaba en su consejo de
administración. Toda la familia a título individual y las distintas empresas del
grupo Varma SA utilizaban a Eurocapital para canalizar el dinero negro en estos
pagarés del Tesoro. Tras la quiebra, el Banco de España inhabilitó
al cuñado del presidente del Congreso con tres años sin poder ejercer ningún
cargo en una entidad financiera y le condenó a pagar una multa de un millón de
pesetas.
Jesús Posada reconoció a la redacción de eldiario.es que su mujer, con la que está
casado en régimen de separación de bienes, se había acogido a una regularización
fiscal posterior para normalizar la situación. Así lo señaló en el transcurso de
una reunión con la redacción de eldiario.es celebrada el 4 de
abril en Madrid, en la cafetería de un hotel cercano al Congreso de los
Diputados. Posada insinuó que nunca le gustó el escarceo financiero de su
familia política: "Me alegré de que dejaran ese tipo de inversiones y se
dedicaran solo a su negocio de importación de bebidas, que es lo que mejor saben
hacer".
Pocas horas después, el presidente del Congreso cambió de versión
y, a través de un portavoz oficial, corrigió telefónicamente su primera
explicación para matizar que todos los fondos de su familia política procedían
de "dinero en A" y que nunca hubo regularización fiscal alguna.
Sin embargo, los clientes de Eurocapital sí regularizaron
su situación con Hacienda, según relatan las hemerotecas de la época. De
forma general, y sin relación con esta firma de inversión, las fortunas que
invirtieron en este tipo de pagarés se acogieron a la amnistía fiscal de 1991,
ideada por Carlos Solchaga para poner fin a esta práctica.
Según la documentación a la que ha tenido acceso eldiario.es, Blanca de la Mata, sus hermanos
y su madre manejaron sorprendentes cantidades de dinero en efectivo o en cheques
al portador durante esos años, entre 1988 y 1991. Llama especialmente la
atención un cheque nominativo por valor de 153 millones de pesetas que recibió
la esposa del dirigente conservador a cargo de las cuentas de Varma SA y que,
según los certificados de Eurocapital, se invirtió de forma íntegra en estos
opacos pagarés del Tesoro. Un portavoz de la empresa asegura que esos talones
tuvieron como origen la venta de un 30% de Varma SA a la bodega francesa Rémy Martin. Este
diario no ha podido confirmar la operación ni tampoco que la compraventa se
realizara con dinero en A.
Cómo se guardaba el dinero negro
El mecanismo para mantener el dinero lejos de la vista de Hacienda
era relativamente sencillo. De la Mata encargaba a Eurocapital que comprara
pagarés del Tesoro. La mujer de Posada pagaba en efectivo o con cheques. La
rentabilidad media que conseguía era del 8,30%, muy por debajo del interés de
mercado en ese momento. En 1988, el precio del dinero en España era del 11% y
los bancos ofrecían productos financieros legales con rentabilidades
garantizadas de hasta el 18%. La única ventaja que tenía esta inversión tan poco
rentable es que ese dinero quedaba escondido de los inspectores fiscales, no
pagaba impuestos y generaba unos pequeños rendimientos que no existirían si los
billetes se guardasen en una caja fuerte.
Cuando el plazo fijado vencía –entre un día y tres o cuatro meses
como máximo–, De la Mata volvía a reinvertir sus millones más el interés
conseguido en nuevos pagarés del Tesoro, aunque en ocasiones sacaba una parte de
los rendimientos en efectivo. Ese dinero simplemente desaparecía.
Este subterfugio fiscal fue puesto en marcha por
Miguel Boyer en 1984 como último reducto del dinero negro, tras la primera
gran reforma tributaria de la democracia. Economía planeaba ir reduciendo poco a
poco los pagarés en circulación, de forma que este resquicio
legal y fiscal desapareciera más adelante. Sin embargo, el plan inicial
nunca se cumplió y la bola de dinero negro creció y creció hasta alcanzar en
1990 los 3 billones de pesetas. Finalmente, Solchaga promulgó una amnistía
fiscal en 1991 y canjeó esos pagarés opacos por deuda pública especial, que sí
estaba ya legalizada.
A este programa también se le bautizó como Pagarés Borrell porque
se entendía que el secretario de Hacienda de la época, Josep Borrell, era uno de
los mentores de la idea. Entonces se le calificó como “amnistía parcial”: una
estratagema autorizada por el Estado para esconder el dinero negro. Sin embargo,
a diferencia de una auténtica amnistía, si los inspectores fiscales encontraban
estos pagarés, podían actuar con toda la maquinaria del Estado contra sus
propietarios. Es decir, si en el curso de una investigación se localizaban estas
sumas, Hacienda pedía su parte correspondiente y penalizaba a su dueño como a
cualquier otro defraudador. Igual que si el dinero negro se hubiese encontrado
en una caja fuerte.
Precisamente el secretario general de Hacienda entre 1984 y 1987,
Juan Francisco Martín Seco, escribió en su libro “La farsa neoliberal”,
publicado en 1995 (Temas de Hoy), cómo se ideó y se mantuvo este sistema. “Por
su naturaleza, los pagarés del Tesoro irían exclusivamente a manos de los
tenedores de dinero negro, porque cuando se tratase de inversiones legales no
habría razón alguna para no invertir en otros activos más rentables”, explica el
exalto cargo socialista en el texto.
Era un monopolio estatal del dinero negro: el Estado era el único
que podía emitir estos pagarés. Y la disculpa para justificar este sistema fue
que obligar a todos los ricos del país a regularizar de golpe su dinero habría
supuesto una fuga masiva de capitales; una suerte de debacle. Del uso que se
hacía de estos instrumentos había pocas dudas, hasta el punto de que Josep
Borrell llegó a pregonar en su momento las virtudes de esta inversión para los
defraudadores: "Si la gente fuera racional, quienes tienen
grandes cantidades de dinero negro comprarían pagarés del Tesoro ahora".
El País Vasco, que se rige por su régimen foral y tiene una
fiscalidad propia, copió la idea del Gobierno central y al principio de los
noventa también se lanzó a emitir activos ocultos. La esposa de Posada también
se apuntó a esta posibilidad y, entre 1989 y 1991, Blanca de la Mata invirtió 53
millones de pesetas en pagarés de la Diputación de Álava. Era un modelo igual de
opaco, pero mucho más lucrativo. En 1990, la rentabilidad media que logró la
esposa del presidente del Congreso con la Diputación alcanzó el 13%.
Fueron precisamente durante esos tres años, de 1989 a 1991, cuando
Jesús Posada presidió la Junta de Castilla y León. Ya llevaba más de una década
en política.