El FMI enfría la recuperación y dibuja un escenario de estancamiento
La recesión deja paso al estancamiento. Esto es lo que puede extraerse de las previsiones del FMI para España en 2014. Aunque el Fondo Monetario Internacional revisa ligeramente al alza sus estimaciones anteriores (crecen dos décimas), lo cierto es que prevé un avance del PIB de apenas un 0,2% el año próximo. Es decir, cinco décimas menos de lo que anticipa el Gobierno.
Lo relevante, sin embargo, no es sólo lo que puede suceder el año que viene, sino que sus proyecciones a largo plazo sitúan el crecimiento español en sólo un 1,2% el año 2018. En todo caso, por debajo de lo que crecerá la eurozona (un 1% y un 1,6%, respectivamente).
La consecuencia de tan débil crecimiento no puede ser otra que tímidos avances desde el punto de vista del empleo. Y de hecho, el FMI estima que el desempleo se situará el año próximo en niveles muy parecidos a los de este año. En concreto, estima que la tasa de paro afectará al 26,7% de la población activa. Para hacerse una idea de lo que significa ese registro, hay que tener en cuenta que en la eurozona se situará en el 12,2% (menos de la mitad), y en los países avanzados de apenas el 8%. España y Grecia (en ambos casos por encima del 26%) seguirán siendo las naciones con más paro.
La causa de este enquistamiento del paro en la economía española tiene que ver, lógicamente, con su incapacidad para crear puestos de trabajo. Hasta el punto de que el FMI estima que en 2014 se volverá a perder otro 0,7% de la fuerza laboral. Es decir, alrededor de 50.000 empleos. Esta cifra es ligeramente superior a la que prevé el Gobierno en Contabilidad Nacional, y pone de manifiesto las dificultades del sistema productivo para crear empleo pese a las sucesivas reformas laborales. Esto significa, ni más ni menos, y siempre que se cumplan las previsiones, que España acumularásiete años consecutivos destruyendo puestos de trabajo, algo que no tiene precedentes en Europa.
Desendeudamiento de familias y empresas
Detrás de este comportamiento del empleo se encuentra, sin duda, la evolución del consumo privado, que representa casi dos terceras partes del PIB. Y lo que sostiene el FMI es que el gasto privado se seguirá cayendo -ahora un 0,4%- el año próximo. Por el contrario, en las economías avanzadas crecerá un 1,8%. Esto sugiere que continuará el proceso dedesapalancamiento de las familias y de las empresas españolas. O dicho en otros términos, los agentes económicos no pueden consumir porque antes deben desendeudarse, y eso pasa factura al consumo privado.
El consumo público, igualmente, seguirá contrayéndose. En concreto, registrará un -2,9%, lo que significa que el margen para estimular la economía por la vía del gasto público es nulo. El resultado de todo ello es que laformación bruta de capital fijo (las inversiones) descenderá un 2,8%, fundamentalmente debido al comportamiento del sector de la construcción, que seguirá evolucionando de forma contractiva. Tal es así que la demanda interna (que integra el consumo público, el privado y las inversiones) caerá un 1,4%.
De nuevo, será el sector exterior el que permitirá a la economía española sacar la cabeza, aunque de forma cada vez más tímida. Sin duda, por la combinación de unasexportaciones que crecen más que el PIB nominal (y más que en la UE) y una pobre evolución de las importacionesdebido a la atonía de la demanda interna. La experiencia dice que las compras al exterior crecen cuando comienza el ciclo inversor, y eso todavía está lejos.
La noticia buena –aunque sea por malos motivos- es que la inflacióncontinuará en niveles extraordinariamente bajos. El FMI estima, en concreto, que el IPC avanzará un 1,3% este año (media anual y no diciembre sobre diciembre) y un 1% el año próximo, lo que permitirá ganancias decompetitividad. El problema, como ha sugerido este martes el jefe del departamento económico del FMI, Olivier Blanchard, es que todavía los países periféricos no han ganando suficiente competitividad (vía precios) para compensar la caída de la demanda interna, y eso acaba por lastrar el crecimiento.
La atonía del consumo, en todo caso, permitirá que la balanza de pagoscontinúe saneándose. Hasta el punto de que prevé un superávit del 2,6% en la cuenta corriente en 2014. Y de nada menos que del 6% del PIB en 2018. Incluso por encima de Alemania, que tradicionalmente ha sido el país más saneado en su sector exterior. El pobre comportamiento de las importaciones (por la debilidad del consumo y de la inversión) explica ese fenómeno.
En cuanto al déficit público, el FMI prevé un desequilibrio equivalente al 6,7% este año y un 5,8% el próximo, en ambos casos ligeramente por encima de lo pactado con Bruselas. Sólo Irlanda, dentro de la eurozona, tendrá este año un déficit público superior al español.