La perfección de los nuevos diamantes sintéticos
Para un químico, los diamantes son un enrejado tridimensional cúbico de átomos de carbono. Para la mayoría de nosotros, son el símbolo de estatus por excelencia. Pero, ¿por cuánto tiempo seguirán siéndolo?
En los años 50, el gigante estadounidense General Electric fue el primero en dar con la receta para hornear un diamante
El método "alta presión alta temperatura" (HPHT, por sus siglas en inglés) que desarrolló -que recrea las condiciones bajo las cuales los diamantes naturales se forman en las profundidades de la Tierra- se sigue usando hoy en día.
Un yunque de acero gigante aplasta un cilindro de grafito del tamaño de un puño con una fuerza equivalente al peso de la Torre Eiffel puesta de cabeza.
Al mismo tiempo, el cilindro está siendo horneado a una temperatura de hasta 2.000ºC.
Eso es suficiente para hacer que las capas de átomos de carbón del grafito se reorganicen en una formación de diamante.
El diamante es el material más duro del mundo y HPHT sigue siendo la mejor manera de producir las millones de piedras diminutas conocidas como diamante de grano, que cuesta unos cuantos dólares y cuyo poder abrasivo las hace ideales para herramientas como limas y cabezas de perforadoras de petróleo.
Más transparencia
En ese entonces, la mayor compañía de diamantes el mundo, la sudafricana De Beers, se dio cuenta rápidamente de que esa nueva tecnología era tanto una amenaza como una oportunidad, y se metió en el negocio.
Steven Coe, jefe de investigación de la subsidiaria de De Beers de diamantes sintéticos Element 6 -cuyo nombre viene del lugar del carbón en la tabla periódica- dice que esos cristales supercomprimidos todavía representan el 90% de todo lo que venden.
Pero esa tecnología tiene un inconveniente. Cantidades ínfimas del nitrógeno del aire se infiltran en los diamantes y cambian su color a un verde turbio poco atractivo.
Eso explica el entusiasmo por una nueva técnica para hacer diamantes: la deposición química de vapor (CVD).
En vez de presionar el grafito, produce una lámina de diamante, usando algún gas que contenga carbono, como el metano.
Aunque se demora más -semanas en cambio de minutos-, los cristales son más puros y claros, y pueden ser hechos del tamaño y dimensiones necesarios.
El CVD abrió las puertas a un nuevo mundo de aplicaciones, lo que está propulsando un rápido crecimiento en la industria.
No quema
En el enorme y nuevo centro de investigaciones de Element 6, en las afueras de Oxford, Inglaterra, Steven Coe abre su maletín para mostrar una gama sorpresivamente amplia de objetos, muchos de los cuales ni siquiera parecen diamantes.
Hay algo que se ve y se siente como un disco de metacrilato o plexiglás.
Es una ventana circular, de 12cm de diámetro, para los láseres de alta potencia.
El diamante es casi completamente transparente en el rango de infrarrojo, así que la ventana no distorsiona el rayo del láser, explica Coe.
Y, debido a que el diamante es el mejor conductor térmico a temperatura ambiente de todos los sólidos conocidos, la ventana no se recalienta.
Pero un objeto de cristal de este tamaño en este momento cuesta US$100.000.
Sangre antes que sensación
Esa propiedad térmica también posibilita otra inesperada aplicación en el campo de la electrónica.
Con las tarjetas de circuitos encogiéndose cada vez más, surgió el problema del recalentamiento. Element 6 está vendiendo grandes cantidades de disipadores de diamante: el sistema de circuitos pasa sobre un pedazo de diamante que absorbe el calor.
El oro cubierto de esa lámina de diamante provee un contacto eléctrico que no se deteriora, presente en muchos de los dispositivos modernos.
Otro objeto impactante es la cuchilla de un bisturí, tan afilada que Coe advierte que la sangre empezará a brotar antes de que uno sienta que lo ha tocado.
Luego saca de su maletín un objeto pequeño con forma de cúpula. "Es un domo de diamante para parlantes", dice, y explica: "El diamante es el material más rígido y por eso ofrece la mejor posible reproducción de sonido de alta frecuencia".
"Las minas de diamantes no son eternas"
Pero hay un producto que Element 6 absolutamente no hace: piedras preciosas.
Los cínicos pensarían que es porque su padre comercial De Beers se lo tiene prohibido, ya que sus minas siguen supliendo cerca de un tercio de la demanda mundial por diamantes naturales.
Efectivamente, según el asesor en diamantes y periodista Chaim Even Zohar en Tel Aviv, uno de los principales centros del comercio de diamantes, Element 6 es dueña de las patentes de tecnologías que podrían usarse para producir las codiciadas piedras preciosas con tonos azules y verdes, pero no las produce.
En opinión del experto, sólo está posponiendo lo ineludible: "Estamos en el umbral de lo que yo describiría como la capacidad de producción masiva. Y las minas de diamantes no son eternas".
En este momento, explica, los fabricantes de diamantes pueden ganar más dinero vendiendo sus productos en forma de ventanas para láseres o limas.
Pero a medida que la capacidad de producción aumenta y el suministro de diamantes de las minas se estanca, él cree que será inevitable que los diamantes sintéticos llenarán la brecha en el mercado de las piedras preciosas.
Con fallas
Ya es posible conseguir piedras preciosas hechas por el hombre y, conversando con la BBC, Zohar anticipa que atraerán a una generación más joven de compradores que perciben que la minería perjudica a la Tierra y provoca conflictos.
Y ahora son tan similares a los diamantes naturales que se han vendido fraudulentamente como si fueran verdaderos en transacciones de millones de dólares, un escándalo que Zohar sacó a la luz en 2012.
Esos diamantes artificiales incluso tienen pequeñas fallas en su cristalina estructura, imitando los que se encuentran en las piedras naturales.
Todavía es posible, con equipos sofisticados, distinguirlos y De Beers ha estado usando esos aparatos para eliminar el riesgo de fraude.
No obstante, Zohar piensa que es probable que las piedras sintéticas ya sean comunes entre las más pequeñas que se usan en joyas mixtas, en las que el costo de chequear no vale la pena.
Como dos chicas lindas
La pregunta es si a los clientes realmente les importa. De Beers espera que sí.
"Mi trabajo es vender maravillas naturales extraordinariamente raras, preciosas y valiosas", le dice a la BBC el director de marketing de la firma, Stephen Lussier. "Y eso es lo que los consumidores quieren comprar", asegura.
Su argumento es que las piedras naturales son como las bellas artes: la gente no sólo compra un objeto hermoso sino también su exclusiva historia.
Pero Zohar señala que químicamente no hay ninguna diferencia entre los dos productos.
"Compárelo con dos chicas lindas: una se concebió de forma natural y la otra por inseminación artificial, pero son igual de bonitas".
Además, aunque las obras de arte originales son muy codiciadas como símbolos de estatus, también hay un mercado masivo para las copias idénticas.
Así que aquí está la verdadera pregunta: ¿cuánto más piensa usted que se debe pagar para proponer matrimonio con una piedra que se formó durante millones de años en vez de una hecha la semana pasada?