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sábado, 31 de agosto de 2013

"ME IMPRESIONO MUCHO VER UNA BANDERA DE AL QAEDA EN LA BASE MILITAR DE LOS REBELDES DE SIRIA"


"Me impresionó ver una bandera de Al Qaeda en la base militar de los rebeldes en Siria"

El periodista colombiano William Parra, que pasó dos meses en el frente de guerra sirio como enviado especial de Telesur, narra su experiencia y su sorpresa de descubrir que los combatientes a los que apoya Occidente son implacables islamistas fanáticos


El reportero colombiano William Parra.
Julio y agosto de 2012 fueron uno de los periodos de mayor enfrentamiento entre el Ejército de Bashar al Asad y los rebeldes. Aunque en aquellas fechas la capital, Damasco, estaba tranquila, los combates se desarrollaban en Alepo, donde tropas de los dos bandos se disputaban a tiros cada calle y cada edificio. Fueron fechas -y lo siguen siendo- donde la información que llegaba a occidente de esa guerra era peor que confusa. Ni el gobierno ni los rebeldes facilitaban el trabajo a los periodistas por lo que las mentiras y las manipulaciones estaban a la orden del día. Para unos, Siria se encontraba bajo la bota de un cruel dictador y un pueblo se había levantado en armas; para otros, mercenarios financiados por potencias extranjeras junto a terroristas islámicos querían derrocar a un presidente que se había mostrado firme frente a Estados Unidos y leal a las luchas palestinas y antiimperialistas.
Durante esas fechas, el periodista colombiano William Parra estuvo en Siria al frente de un equipo de televisión de Telesur, el canal público multinacional con sede en Caracas. Durante sus informaciones diarias los periodistas no deben hablar de cómo deben hacer su trabajo o las dificultades que encuentran, deben limitarse a contar y explicar la guerra. Tampoco tienen por costumbre detallar el funcionamiento del resto de medios de comunicación, y mucho menos criticarlos. Pero cuando han abandonado el lugar de los hechos y el debate en torno a lo que es verdad y mentira en la guerra de Siria y el comportamiento de los medios es tan agitado, el testimonio de un periodista honesto que vivió directamente los acontecimientos resulta tan valioso como necesario.
¿Cómo entráis en Siria y cuál es vuestra primera experiencia?
Entramos con un visado de diez días emitido por la embajada siria en Caracas. Después lo renovaría dentro de Siria. Nuestra cobertura comienza con tres días en Damasco. Un equipo integrado por un cámara venezolano, un traductor sirio y yo visitamos un campo de refugiados palestinos, bajo control del Frente Popular de Liberación de Palestina, donde cayeron numerosos morteros procedentes de los rebeldes. El ambiente es hostil, los palestinos han comprobado que poco después de recibir la visita de los periodistas vienen los bombardeos. Es evidente que había muchos espías infiltrados como periodistas. Observamos una estación policial bombardeada pero también muchos civiles, un hombre le cuenta que le mataron dos hijos y necesitó que pasaran cinco días para encontrar el momento tranquilo para enterrarlos.
¿Qué periodistas viste en Siria? ¿Percibiste suficiente presencia de medios en el conflicto?
Sinceramente, en Damasco solo vi, ya cuando me iba, un equipo de Televisión Española y a unos japoneses. Y en el lugar donde de verdad se desarrollaban los combates, en Alepo, al británico Robert Fisk. Casi todos estaban y escribían desde Turquía. El asunto funcionaba así. Los rebeldes se entrenaban y refugiaban en Turquía, donde tenían sus bases. Allí tenían a los periodistas, los llevaban de excursión algún rato a Alepo, recogían algún testimonio de algún civil y se volvían a Turquía. Imagina el rigor y libertad del testimonio de ese civil que lo está entrevistando un periodista rodeado de milicianos rebeldes.
¿Simplemente se refugiaban en Turquía o consideras que ese país les estaba ayudando?
Los propios rebeldes nos reconocían que Turquía les daba ayuda y refugio. Incluso les proporcionaba medicamentos y algunos armamentos.
También se decía que algunos periodistas no lo eran o estaban con otra intención que no era la de informar
Te cuento un ejemplo muy elocuente. Estando yo en Siria murió en un tiroteo una periodista japonesa que viajaba en un coche con los rebeldes. Primero se dijo que mataron a cuatro periodistas, luego que se trataba de un muerto y tres desaparecidos. No es fácil comprender cómo en un tiroteo muere uno y tres desaparecen. Al final allí se supo que los "desaparecidos" que iban con la periodista japonesa eran tres generales japoneses. El Ejército sirio reconoció que disparó al vehículo donde viajaban porque formaba parte de un convoy rebelde, al final Japón no montó mayor escándalo y no se habló más del asunto. Si de verdad hubieran muerto cuatro periodistas, como dijeron, se hubiera organizado más lío, de modo que todos prefirieron no remover el tema. 
En otras ocasiones comprobabas cómo mentían. Recuerdo estar viendo la televisión Al Jazira decir que el Ejército sirio estaba bombardeando la zona en la que precisamente nosotros estábamos en ese momento tan tranquilos, allí no pasaba nada. Salía en pantalla un periodista que decía que estaba en Alepo y, a continuación, aparecían unas imágenes muy precarias y movidas, como grabadas con un móvil. Era una cosa absurda: si tenían una cámara adecuada para grabar al periodista hablando, deberían tenerla para captar también las imágenes del bombardeo. En otra ocasión emitieron unas imágenes que decían eran de la llegada de los rebeldes a un barrio donde los civiles les recibían con vítores y aplausos; fuimos allí y no había nada.
¿Te podías mover con facilidad por la zona de conflicto? ¿Cómo se comportaba cada una de las partes?
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